18/04/2021, 19:39
—Para mí, era como el padre que nunca tuve. Le idolatraba —asintió Juro, con una sonrisa que rompía el corazón—. Tomó algunas decisiones que me afectaron, desde luego, como obligarme a convertirme en jinchūriki, hacerme mantenerlo en secreto ante mis propios compañeros o retenerme en la aldea. Pero solo supongo que lo hizo por el bien de la aldea y por el mío, y en el fondo pienso que no puedo culparle por ello, aunque en realidad me hicieran sufrir.
Ayame dejó escapar el aire por la nariz. ¿Qué le iba a contar? Le habían sellado a Kokuō cuando apenas tenía cinco años y no tenía ni idea de lo que estaba pasando ni por qué, había sido condenada a convertirse en el "recipiente" de una bestia a ojos de muchos y a contener su ira primigenia. En más de una ocasión había fracasado, en más de una ocasión había perdido el control y había puesto en peligro cientos de vidas. Y cuando Kuroyuki consiguió revertir su sello terminó encerrada en lo más profundo de su propio ser durante meses. Y allí estaba ahora, frente a frente con alguien que había compartido su destino pero que había tenido un final muy diferente. Y Ayame no podía evitar preguntarse: ¿cuál era la diferencia entre ambos?
—Después de la conversación que tuve con Kokuō, intenté explicárselo todo y razonar con él —continuó Juro—. Como es lógico, no aceptó que pudiera comunicarme con Chōmei, ni que los bijū fueran seres racionales, ni que existieran algunos como Kokuō, que solo querían vivir libres. Lo entendió, pero no le gustó absolutamente nada —Juro se frotó las muñecas, nervioso.
«Vaya, y pensar que Yui pudiera llegar a ser más comprensiva que ese afable Kenzou...» Escuchó a Kokuō musitar de mala gana dentro de su cabeza.
—Pero todo empeoró cuando Kurama me secuestró, en una misión, a través de uno de sus generales y un mercenario —agregó, y Ayame palideció al escucharle. ¿Él también se había cruzado con algún General?—. No tuvo la oportunidad de revertir mi sello, porque Chōmei decidió ayudarme en ese momento y pudimos vencerle. Pero cuando regresamos a la villa, aquel hecho había levantado muchas sospechas y no tuve más remedio que contarle lo que había ocurrido.
—Y supongo que fue entonces cuando... ocurrió... —Se aventuró Ayame, con rostro sombrío.
Ayame dejó escapar el aire por la nariz. ¿Qué le iba a contar? Le habían sellado a Kokuō cuando apenas tenía cinco años y no tenía ni idea de lo que estaba pasando ni por qué, había sido condenada a convertirse en el "recipiente" de una bestia a ojos de muchos y a contener su ira primigenia. En más de una ocasión había fracasado, en más de una ocasión había perdido el control y había puesto en peligro cientos de vidas. Y cuando Kuroyuki consiguió revertir su sello terminó encerrada en lo más profundo de su propio ser durante meses. Y allí estaba ahora, frente a frente con alguien que había compartido su destino pero que había tenido un final muy diferente. Y Ayame no podía evitar preguntarse: ¿cuál era la diferencia entre ambos?
—Después de la conversación que tuve con Kokuō, intenté explicárselo todo y razonar con él —continuó Juro—. Como es lógico, no aceptó que pudiera comunicarme con Chōmei, ni que los bijū fueran seres racionales, ni que existieran algunos como Kokuō, que solo querían vivir libres. Lo entendió, pero no le gustó absolutamente nada —Juro se frotó las muñecas, nervioso.
«Vaya, y pensar que Yui pudiera llegar a ser más comprensiva que ese afable Kenzou...» Escuchó a Kokuō musitar de mala gana dentro de su cabeza.
—Pero todo empeoró cuando Kurama me secuestró, en una misión, a través de uno de sus generales y un mercenario —agregó, y Ayame palideció al escucharle. ¿Él también se había cruzado con algún General?—. No tuvo la oportunidad de revertir mi sello, porque Chōmei decidió ayudarme en ese momento y pudimos vencerle. Pero cuando regresamos a la villa, aquel hecho había levantado muchas sospechas y no tuve más remedio que contarle lo que había ocurrido.
—Y supongo que fue entonces cuando... ocurrió... —Se aventuró Ayame, con rostro sombrío.