25/04/2021, 12:46
Como si el destino hubiera decidido ponerse de su lado por una vez, sus palabras llegaron a la kunoichi de Amegakure. Para Juro fue tan chocante ver esto como para ella entender la situación, porque no había esperado que en tan poco tiempo ella iba a creer sus palabras. Pero era la misma Ayame que había decidido darle la oportunidad de hablar a la primera de cambios. Supuso que simplemente, era diferente a la mayoría de personas.
« Puede que esto sea verdadera fortuna. Quizá no todo está perdido » — Al igual que en su encuentro con Yota, un aliado más podía ser muy valioso para él, y más en esta situación.
— Juro... te has visto empujado a un exilio involuntario por algo que ni siquiera fue culpa tuya... ¡No es justo! — balbuceó Ayame, atónita.
— Gracias por creerme, Ayame. Tus palabras significan mucho para mí — murmuró, sin si quiera ser capaz de alzar la voz. Era una sensación demasiado extraña, pero cálida. Era gratitud —. Nada me habría hecho más feliz que regresar y aclarar todo esto en ese momento. Pero el anterior Morikage era un hombre muy querido en la villa. Incluso si mi familia y mis amigos me hubieran creído, los altos cargos no, y la situación habría sido muy peligrosa para todos. Es increíble que ya haya pasado un año...
Juro suspiró. El tiempo pasaba sin piedad y sentía que la verdad se iba hundiendo más y más en un pozo del que nadie la sacaría.
—Por lo que he oído, la cosa se está poniendo fea, ¿verdad? Kusagakure no está en los mejores términos con las demás aldeas y desde luego, su posición respecto a los Bijuu está clara. Sé que no tuve otra opción, pero, si te soy sincero, no puedo evitar sentirme responsable. Quise que los bijuu fueran aceptados y fracasé estrepitosamente.
Si, Ayame tenía razón, no era justo. Sus intenciones habían sido buenas, pero el antiguo Morikage ya tenía una decisión tomada hace mucho tiempo. E incluso tras su muerte, Juro está seguro de que su propósito se cumplió: al obligarle a convertirse en un monstruo, los habitantes de Kusagakure consideraron a los Bijuu como tal. La rabia y la impotencia le había carcomido durante mucho tiempo, pensando que, por culpa de ese error, lo había estropeado todo. Kusagakure los odiaría para siempre incluso si las demás aldeas avanzaban y eso al final acabaría provocando su ruina.
Y lo peor de todo es que en realidad, lo que había dicho Ayame era cierto. La situación estaba favoreciendo a Kurama. Le había ayudado indirectamente.
« Puede que esto sea verdadera fortuna. Quizá no todo está perdido » — Al igual que en su encuentro con Yota, un aliado más podía ser muy valioso para él, y más en esta situación.
— Juro... te has visto empujado a un exilio involuntario por algo que ni siquiera fue culpa tuya... ¡No es justo! — balbuceó Ayame, atónita.
— Gracias por creerme, Ayame. Tus palabras significan mucho para mí — murmuró, sin si quiera ser capaz de alzar la voz. Era una sensación demasiado extraña, pero cálida. Era gratitud —. Nada me habría hecho más feliz que regresar y aclarar todo esto en ese momento. Pero el anterior Morikage era un hombre muy querido en la villa. Incluso si mi familia y mis amigos me hubieran creído, los altos cargos no, y la situación habría sido muy peligrosa para todos. Es increíble que ya haya pasado un año...
Juro suspiró. El tiempo pasaba sin piedad y sentía que la verdad se iba hundiendo más y más en un pozo del que nadie la sacaría.
—Por lo que he oído, la cosa se está poniendo fea, ¿verdad? Kusagakure no está en los mejores términos con las demás aldeas y desde luego, su posición respecto a los Bijuu está clara. Sé que no tuve otra opción, pero, si te soy sincero, no puedo evitar sentirme responsable. Quise que los bijuu fueran aceptados y fracasé estrepitosamente.
Si, Ayame tenía razón, no era justo. Sus intenciones habían sido buenas, pero el antiguo Morikage ya tenía una decisión tomada hace mucho tiempo. E incluso tras su muerte, Juro está seguro de que su propósito se cumplió: al obligarle a convertirse en un monstruo, los habitantes de Kusagakure consideraron a los Bijuu como tal. La rabia y la impotencia le había carcomido durante mucho tiempo, pensando que, por culpa de ese error, lo había estropeado todo. Kusagakure los odiaría para siempre incluso si las demás aldeas avanzaban y eso al final acabaría provocando su ruina.
Y lo peor de todo es que en realidad, lo que había dicho Ayame era cierto. La situación estaba favoreciendo a Kurama. Le había ayudado indirectamente.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
...
Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60