1/05/2021, 16:05
(Última modificación: 1/05/2021, 16:10 por Eikyuu Juro. Editado 1 vez en total.)
—No es que te conozca muy bien. Quiero decir, apenas hemos hablando un par de veces... Pero digamos que no pareces el tipo de shinobi que va asesinando por ahí a sangre fría...— Juro no pudo evitar sonreír. No es que creyera que su apariencia influía de manera determinante en su decisión (al fin y al cabo, los asesinos nunca se revelan tan fácilmente), pero pudo entender a qué se refería. Quizá eran las circunstancias, el hecho de que tuvieran ciertas cosas en común, o una conexión más allá de lo que ambos pudieran entender, gracias a las condiciones en las que se habían encontrado.
De cualquier manera, él también sentía que podía confiar en ella. Y eso, en una persona que llevaba un año huyendo, es algo muy extraño.
—No puedo negártelo... No sé si conoces a la nueva Morikage: Aburame Kintsugi; pero parece que odia con toda su alma a los bijū... y a los jinchūriki. Nos ha vetado el paso al País del Bosque bajo amenaza y quiere que su país sea una tierra libre de bijū — Los gestos y las palabras de Ayame le entristecieron profundamente. Había imaginado que la situación era mala, pero oírlo directamente de una de las involucradas lo hacía aún peor de lo pensado.—. Si te digo la verdad, todo ese tema del veto a mí me da igual. No me va a pasar nada por no volver a pisar el País del Bosque nunca más, pero me da mucha lástima la situación. Me gustaría que las tres aldeas volvieran a estar unidas... como antes. Ahora mismo sólo tienen un acuerdo contra Kurama que más valdría un papel mojado, la verdad.
— Ojalá pudiera disculparme por todos los errores que Kusagakure está cometiendo con el resto de aldeas y los bijū. Pero unas palabras no arreglarán nada — Los actos eran los únicos que podrían cambiar la situación. Pero a estas alturas, ¿habría algo que pudiera hacer? —. Puedo comprender el motivo de su odio, pero eso la está cegando y temo por las consecuencias que pueda provocar su mandato. Aunque me gustaría poder mitigarlo, lo único que lograría ahora mismo sería mi muerte, y eso tampoco cambiaría nada.
Lo había pensado miles de veces. Porque sabía ciertas cosas. Había escuchado, oculto bajo disfraces en las tabernas más próximas, las habladurias sobre como la nueva Morikage era discípula del anterior. Sobre su odio. No era difícil entenderlo, y él era el causante absoluto. Se sentía responsable, pero no sabía como arreglar la situación. Incluso si regresaba a la villa y trataba de explicarlo todo, se negaría a creerle y moriría. No conocía a esa mujer y no sabía si era apta para gobernar la villa, pero sabía que el odio te ciega y te hace incapaz de ver más allá.
Antes de poder continuar con la conversación, Ayame le sugirió ir a un lugar menos concurrido. Juro solo pudo darse cuenta de que tenía razón: estaban en mitad de un lugar público, hablando como si nada, y él ya no tenía su coartada.
— De acuerdo. ¿Tienes algún lugar en mente? Apenas conozco estos lugares y en cuanto pongo un pie en ellos, me suelo perder — admitió, rascándose la nuca mientras esbozaba una sonrisa.
Era peligroso, sí. Dejar a otra persona decidir sobre el lugar a donde ir podría provocar su muerte. Pero Ayame había decidido confiar en él después de todo. Supuso que él debía de pagar esa confianza con algo. Aun así, no pudo evitar sentirse ciertamente intranquilo, y lo seguiría estando hasta asegurarse de que ningún peligro los aguarda.
De cualquier manera, él también sentía que podía confiar en ella. Y eso, en una persona que llevaba un año huyendo, es algo muy extraño.
—No puedo negártelo... No sé si conoces a la nueva Morikage: Aburame Kintsugi; pero parece que odia con toda su alma a los bijū... y a los jinchūriki. Nos ha vetado el paso al País del Bosque bajo amenaza y quiere que su país sea una tierra libre de bijū — Los gestos y las palabras de Ayame le entristecieron profundamente. Había imaginado que la situación era mala, pero oírlo directamente de una de las involucradas lo hacía aún peor de lo pensado.—. Si te digo la verdad, todo ese tema del veto a mí me da igual. No me va a pasar nada por no volver a pisar el País del Bosque nunca más, pero me da mucha lástima la situación. Me gustaría que las tres aldeas volvieran a estar unidas... como antes. Ahora mismo sólo tienen un acuerdo contra Kurama que más valdría un papel mojado, la verdad.
— Ojalá pudiera disculparme por todos los errores que Kusagakure está cometiendo con el resto de aldeas y los bijū. Pero unas palabras no arreglarán nada — Los actos eran los únicos que podrían cambiar la situación. Pero a estas alturas, ¿habría algo que pudiera hacer? —. Puedo comprender el motivo de su odio, pero eso la está cegando y temo por las consecuencias que pueda provocar su mandato. Aunque me gustaría poder mitigarlo, lo único que lograría ahora mismo sería mi muerte, y eso tampoco cambiaría nada.
Lo había pensado miles de veces. Porque sabía ciertas cosas. Había escuchado, oculto bajo disfraces en las tabernas más próximas, las habladurias sobre como la nueva Morikage era discípula del anterior. Sobre su odio. No era difícil entenderlo, y él era el causante absoluto. Se sentía responsable, pero no sabía como arreglar la situación. Incluso si regresaba a la villa y trataba de explicarlo todo, se negaría a creerle y moriría. No conocía a esa mujer y no sabía si era apta para gobernar la villa, pero sabía que el odio te ciega y te hace incapaz de ver más allá.
Antes de poder continuar con la conversación, Ayame le sugirió ir a un lugar menos concurrido. Juro solo pudo darse cuenta de que tenía razón: estaban en mitad de un lugar público, hablando como si nada, y él ya no tenía su coartada.
— De acuerdo. ¿Tienes algún lugar en mente? Apenas conozco estos lugares y en cuanto pongo un pie en ellos, me suelo perder — admitió, rascándose la nuca mientras esbozaba una sonrisa.
Era peligroso, sí. Dejar a otra persona decidir sobre el lugar a donde ir podría provocar su muerte. Pero Ayame había decidido confiar en él después de todo. Supuso que él debía de pagar esa confianza con algo. Aun así, no pudo evitar sentirse ciertamente intranquilo, y lo seguiría estando hasta asegurarse de que ningún peligro los aguarda.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60