7/05/2021, 03:25
(Última modificación: 7/05/2021, 03:30 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
Ryūnosuke miró a su madre desde lo alto.
—No te preocupes. Terminaremos pronto.
Quizá ya no pudiese lanzar puñetazos con su brazo derecho —todavía dolorido por la dislocación del hombro—, pero seguía pudiendo realizar sellos. En una rápida tanda, el Heraldo ejecutó los necesarios para expulsar un auténtico Géiser de Polvo capaz de pulverizar cualquier cosa en un instante. Incluso su madre tuvo el suficiente respeto como para esquivar el chorro en lugar de encajarlo como había hecho con los anteriores jutsus.
«No tan rápido», se dijo, redirigiendo el géiser con un seco movimiento de cabeza.
Ōwatatsumi saltó en el último suspiro —probablemente gracias a la agilidad que había ganado con las puertas abiertas— en una pirueta que le dejó con la cabeza colgando hacia abajo y flotando en el aire por un instante. El chorro segó parte de su cabellera de un corte limpio, y el dragón de Komodo aprovechó el momento en el que carecía de apoyos para golpearla con su cola.
Su madre se estrelló contra una pared de roca y tierra de la que nacía, sobre la pared vertical, un árbol retorcido y oscuro. La cola del dragón de Komodo estrujó su cuerpo contra la roca, aplastándola y dejando tan solo su cabeza sonriente visible.
Entonces el dragón de Komodo le escupió en la cara.
La sonrisa desapareció del rostro de ella.
—¡JUAAAAS JUAS JUAS JUAAAS! ¿¡Te gusta mi sabor, vieja!?