13/05/2021, 22:34
Por la reacción de Ayame, el marionetista pudo saber que nunca se había encontrado con una cosa semejante a la que él. Eso era bueno. Con suerte, la información llegaría y las aldeas podrían estar más preparadas contra la amenaza que Kurama suponía. Una bestia suelta ya era mala de por sí, pero un ejército entrenado de esas bestias podría arrasar una aldea en muy poco tiempo.
Estaba preparado para dar los detalles necesarios, pero antes, Ayame le advirtió.
— Por favor, no te asustes. — Juro hizo el esfuerzo de mantenerse quieto. Por mucho que estuviera viendo los sellos que tenía delante, había decidido confiar en Ayame. Frunció el ceño cuando se dio cuenta de que reconocía el inicio de esa secuencia, pero no entendió por qué.
Entonces, en lugar del Kage Bunshin que ya daba por hecho que aparecería, Juro vio la figura de un caballo blanco, pero era más que eso. Su cabeza era la de un cetáceo, a su espalda, había cinco colas. Sobre su cabeza, cuatro cuernos. Juro no necesitó ninguna indicación. En cuanto la criatura clavó sus elegantes ojos en él, supo quien era.
Y esta vez, fue él quien estuvo genuinamente sorprendido.
«¿Qué... demonios?» — La presencia de Kokuō, ahí, delante suyo, se cargaba todas las reglas en las que había creído hasta ese momento. Chōmei tampoco tenía palabras. Ni si quiera para hablar de la suerte que tanto le gustaba.
Observó nuevamente a Ayame, atónito. ¿De verdad había encontrado una forma de trucar el sello que contenía al bijuu en su interior? ¿Tenía tanto poder y conocimiento?
A pesar de todo lo que había pasado hasta ese lugar, Juro no pudo evitar sentirse impresionado ante la visión del bijuu. La tenía delante. En unas condiciones mucho más amables que la última vez, claro esta. Pero sus ojos transmitían la misma paz y serenidad. No se sentía amenazado. Simplemente, se estaba recuperando del shock.
— Ho... — Comenzó a decir, con una sonrisa. Aquella educación que parecía caracterizar al bijuu que tenía delante era bastante encantadora. Se sintió hasta obligado a contestarle de igual manera.
Hasta que sonó aquello.
¡¡¡PRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRROO!!!
El sonido salió de la oreja de Juro. Pero, ¿cómo iba a imaginarse él aquello? Después de haber olvidado e ignorado completamente el sello, no esperaba que fuera a relucir en un momento así. De aquella manera.
No solo fue un pedo extremadamente sonoro. A sus oídos, sonó como el más gordo de los petardos. Una explosión. Un terremoto. Mil bombas sonoras. Durante unos segundos, hasta la tierra pareció moverse de su sitio. Juro había esperado muchas cosas en aquella cueva, pero no aquel ruido. No después de haber contado esa historia. Y desde luego, de haber visto lo que acababa de ver. Demasiadas emociones.
Sus piernas cedieron y se dio de bruces contra el suelo. El corazón le empezó a latir a mil por hora. Sintió que alguien le atacaba. Rodó desesperadamente para los lados, tratando de alejarse del enemigo invisible.
— ¿QUÉ HA SIDO ESO? ¿QUIÉN HA SIDO? — Pronto se daría cuenta de la situación. Pero en ese momento, lo que le llevó fue el pánico, no el sentido común.
Sí, desde luego, en algún lugar, el autor tenía derecho a reírse. Menuda manera de joder el momento.
Estaba preparado para dar los detalles necesarios, pero antes, Ayame le advirtió.
— Por favor, no te asustes. — Juro hizo el esfuerzo de mantenerse quieto. Por mucho que estuviera viendo los sellos que tenía delante, había decidido confiar en Ayame. Frunció el ceño cuando se dio cuenta de que reconocía el inicio de esa secuencia, pero no entendió por qué.
Entonces, en lugar del Kage Bunshin que ya daba por hecho que aparecería, Juro vio la figura de un caballo blanco, pero era más que eso. Su cabeza era la de un cetáceo, a su espalda, había cinco colas. Sobre su cabeza, cuatro cuernos. Juro no necesitó ninguna indicación. En cuanto la criatura clavó sus elegantes ojos en él, supo quien era.
Y esta vez, fue él quien estuvo genuinamente sorprendido.
«¿Qué... demonios?» — La presencia de Kokuō, ahí, delante suyo, se cargaba todas las reglas en las que había creído hasta ese momento. Chōmei tampoco tenía palabras. Ni si quiera para hablar de la suerte que tanto le gustaba.
Observó nuevamente a Ayame, atónito. ¿De verdad había encontrado una forma de trucar el sello que contenía al bijuu en su interior? ¿Tenía tanto poder y conocimiento?
A pesar de todo lo que había pasado hasta ese lugar, Juro no pudo evitar sentirse impresionado ante la visión del bijuu. La tenía delante. En unas condiciones mucho más amables que la última vez, claro esta. Pero sus ojos transmitían la misma paz y serenidad. No se sentía amenazado. Simplemente, se estaba recuperando del shock.
— Ho... — Comenzó a decir, con una sonrisa. Aquella educación que parecía caracterizar al bijuu que tenía delante era bastante encantadora. Se sintió hasta obligado a contestarle de igual manera.
Hasta que sonó aquello.
¡¡¡PRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRROO!!!
El sonido salió de la oreja de Juro. Pero, ¿cómo iba a imaginarse él aquello? Después de haber olvidado e ignorado completamente el sello, no esperaba que fuera a relucir en un momento así. De aquella manera.
No solo fue un pedo extremadamente sonoro. A sus oídos, sonó como el más gordo de los petardos. Una explosión. Un terremoto. Mil bombas sonoras. Durante unos segundos, hasta la tierra pareció moverse de su sitio. Juro había esperado muchas cosas en aquella cueva, pero no aquel ruido. No después de haber contado esa historia. Y desde luego, de haber visto lo que acababa de ver. Demasiadas emociones.
Sus piernas cedieron y se dio de bruces contra el suelo. El corazón le empezó a latir a mil por hora. Sintió que alguien le atacaba. Rodó desesperadamente para los lados, tratando de alejarse del enemigo invisible.
— ¿QUÉ HA SIDO ESO? ¿QUIÉN HA SIDO? — Pronto se daría cuenta de la situación. Pero en ese momento, lo que le llevó fue el pánico, no el sentido común.
Sí, desde luego, en algún lugar, el autor tenía derecho a reírse. Menuda manera de joder el momento.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60