19/05/2021, 19:14
Tardó un poco de tiempo en procesar la situación. No solo se dio cuenta de que no les estaban atacando, sino que vio el rostro de las personas que tenía delante. Cuando percibió el asco, el estímulo conectó con su cerebro y finalmente comprendió lo que había escuchado.
Un pedo. El más enorme que había escuchado nunca. Y por alguna razón, había venido de él. Qué cojones.
Se levantó, lentamente, mientras la vergüenza iba dominandole. La rojez ascendió por sus mejillas y su rostro, acusandole de un crimen del que era inocente.
— Ni si quiera me había dado cuenta de lo que era hasta ahora. ¡Eso no ha venido de mí! — protestó, al sentir las miradas acusadoras —. Y dudo mucho que un bijuu pueda tirarse un pedo a través del cuerpo de su jinchūriki. Somos totalmente inocentes. ¡Ni si quiera huele!
Cuanto más hablaba, más rojo se ponía. La situación era bastante ridícula. ¿De verdad les acababa de confesar la verdad sobre el asesinato del Morikage y creían que les iba a mentir sobre una ventosidad? ¡Eso sí que no tenía sentido!
Pero lo cierto era que ese ruido había salido de el. Más concretamente...
Se sorprendió de escuchar a Chōmei, igual de bromista, pero, quizá, un poco molesto. Al fin y al cabo, lo que quiera que hubiera pasado se había cargado un momento muy importante.
— ¿Qué? — Juro se llevó una mano a la parte donde residía el sello comunicador, detrás de su oreja. Entonces, su mente sumó dos y dos —. ¿No creerás que ha sido...?
Había pasado mucho tiempo, pero el sello permanecía en él. Casi lo había olvidado por completo. Durante su exilio, se había negado a contestar cualquier llamada o intento de conversación por parte de Datsue. ¿Por qué? Pues la razón era evidente. No podía fiarse de nadie. Hasta ese mismo momento donde Ayame y Yota habían decidido creerle, ni si quiera había imaginado que alguien le escucharía. Poder hablar con Datsue le habría venido genial para trabajar juntos, por supuesto. Pero la cosa nunca era tan fácil. Uzushiogakure estaba de por medio y, con ellos, Kusagakure.
Datsue era un buen tío y habían luchado juntos en días pasados, pero él era un exiliado y no sabía hasta que punto esas posibles conversaciones podrían haber sido escuchadas o utilizadas en su contra. Si hubiera sabido antes que la situación estaba tan mal entre las aldeas, quizá, solo quizá, se lo habría pensado mejor. Pero ya era tarde, ¿no?
Un pedo. El más enorme que había escuchado nunca. Y por alguna razón, había venido de él. Qué cojones.
Se levantó, lentamente, mientras la vergüenza iba dominandole. La rojez ascendió por sus mejillas y su rostro, acusandole de un crimen del que era inocente.
— Ni si quiera me había dado cuenta de lo que era hasta ahora. ¡Eso no ha venido de mí! — protestó, al sentir las miradas acusadoras —. Y dudo mucho que un bijuu pueda tirarse un pedo a través del cuerpo de su jinchūriki. Somos totalmente inocentes. ¡Ni si quiera huele!
Cuanto más hablaba, más rojo se ponía. La situación era bastante ridícula. ¿De verdad les acababa de confesar la verdad sobre el asesinato del Morikage y creían que les iba a mentir sobre una ventosidad? ¡Eso sí que no tenía sentido!
Pero lo cierto era que ese ruido había salido de el. Más concretamente...
«Mira que eres tonto, chico,
¿No se te ha ocurrido pensar en lo que tan estúpidamente hiciste en tu oreja?
Esta vez tú te has ganado tu propia suerte»
¿No se te ha ocurrido pensar en lo que tan estúpidamente hiciste en tu oreja?
Esta vez tú te has ganado tu propia suerte»
Se sorprendió de escuchar a Chōmei, igual de bromista, pero, quizá, un poco molesto. Al fin y al cabo, lo que quiera que hubiera pasado se había cargado un momento muy importante.
— ¿Qué? — Juro se llevó una mano a la parte donde residía el sello comunicador, detrás de su oreja. Entonces, su mente sumó dos y dos —. ¿No creerás que ha sido...?
Había pasado mucho tiempo, pero el sello permanecía en él. Casi lo había olvidado por completo. Durante su exilio, se había negado a contestar cualquier llamada o intento de conversación por parte de Datsue. ¿Por qué? Pues la razón era evidente. No podía fiarse de nadie. Hasta ese mismo momento donde Ayame y Yota habían decidido creerle, ni si quiera había imaginado que alguien le escucharía. Poder hablar con Datsue le habría venido genial para trabajar juntos, por supuesto. Pero la cosa nunca era tan fácil. Uzushiogakure estaba de por medio y, con ellos, Kusagakure.
Datsue era un buen tío y habían luchado juntos en días pasados, pero él era un exiliado y no sabía hasta que punto esas posibles conversaciones podrían haber sido escuchadas o utilizadas en su contra. Si hubiera sabido antes que la situación estaba tan mal entre las aldeas, quizá, solo quizá, se lo habría pensado mejor. Pero ya era tarde, ¿no?
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60