10/06/2021, 04:25
El ánimo del amejin desapareció en un abrir y un cerrar de ojos, cambiando de humor con tan sólo unas palabras. Nao se le quedó viendo con una expresión tranquila, pero pese a que no estuviese mostrando ninguna reacción como tal, sus ojos se clavaron firmemente en la chica. El rojo oscuro de su mirada escondía alguna clase de sentimiento. ¿Ira? No. No era eso. Era una mirada desafiante, una mirada que juzgaba afilada.
A él desde un inicio no le había importado realmente lo que sucediera con el sujeto en cuestión, pues estaba consciente de que no sería capaz de enfrentarse a dos shinobi ni aunque quisiera. ¿Entonces que era ese extraño sentimiento de decepción? Quizá, porque de alguna manera esperaba algo de la chica de Kusagakure. Ya no necesariamente porque quería entretenerse viendo como se desarrollaban los hechos, sino porque esperaba que le demostrara algo.
Quizá, y sólo quizá, quería comprobar algo.
—¿Eso es todo? — Espetó. No dijo nada más, no necesitaba decir nada más.
Ranko los había llevado hasta ahí adelante, ¿para qué? ¿Para arrepentirse de su decisión en el último minuto?
«Sí los héroes de los cuentos del abuelo existen, no están aquí...»
La mirada de desaprobación no desapareció en ningún momento, pero en su lugar simplemente apartó la mirada volviendo sus ojos al frente disminuyendo lentamente la velocidad, preparándose para descender. Si eso era lo que ella quería, no la iba a forzar. Y él, sólo, no podía hacer nada más en su condición.
—Qué así sea— Dijo con firmeza, dándole aún la espalda a la chica.
A él desde un inicio no le había importado realmente lo que sucediera con el sujeto en cuestión, pues estaba consciente de que no sería capaz de enfrentarse a dos shinobi ni aunque quisiera. ¿Entonces que era ese extraño sentimiento de decepción? Quizá, porque de alguna manera esperaba algo de la chica de Kusagakure. Ya no necesariamente porque quería entretenerse viendo como se desarrollaban los hechos, sino porque esperaba que le demostrara algo.
Quizá, y sólo quizá, quería comprobar algo.
—¿Eso es todo? — Espetó. No dijo nada más, no necesitaba decir nada más.
Ranko los había llevado hasta ahí adelante, ¿para qué? ¿Para arrepentirse de su decisión en el último minuto?
«Sí los héroes de los cuentos del abuelo existen, no están aquí...»
La mirada de desaprobación no desapareció en ningún momento, pero en su lugar simplemente apartó la mirada volviendo sus ojos al frente disminuyendo lentamente la velocidad, preparándose para descender. Si eso era lo que ella quería, no la iba a forzar. Y él, sólo, no podía hacer nada más en su condición.
—Qué así sea— Dijo con firmeza, dándole aún la espalda a la chica.