23/07/2021, 01:35
La mujer parpadeó un poco, observando de nuevo de arriba a abajo al sujeto.
—¿Ninjas? ¿No se supone que ustedes deben llevar placas para identificarse o algo...? — Se avrazó a si misma con recelo. —Un segundo. ¿ESE SUJETO ES UN SHINOBI? — De pronto se llevó ambas manos a la cara con horror. —Ay no, yo no quiero saber nada de ninjas y sus problemas. Por culpa de las aldeas ocultas todo el clima político se ha ido al demonio. Ahora tengo más motivos para que no querer ver a ese tipejo — Se cruzó de brazos y asintió. —el sujeto se la ha pasado por aquí regalando oro a las personas. No ha dicho que es un soborno ni nada, simplemente dijo que tenía para compartir con quién quisiera media vez no lo vendiéramos. ¡Y hubo varios que aceptaron! No sé de dónde viene, pero temo mucho que sea ilegal o algo por el estilo... ¡Y a mí todavía me dijo que soy una amargada por no aceptar un favor! Algunos de los vecinos soportan su presencia por los regalitos pero yo no. ¡Este sitio era un barrio normal hasta que apareció! Pero ahora tengo miedo que traiga gente indeseable. ¡Y luego vienen ustedes a tocar a mi puerta! Todo indica que las cosas son tan malas como yo predije que eran. Además, ¡me dijo que me envejeceré joven por estarme enojando! ¿Lo puede creer? — Bufó.
Entre tanto, el "anciano" Nao regresaba corriendo a una velocidad que ciertamente no encajaba con su edad, pero que era lo que menos le importaba en ese preciso momento.
—¿Ya has terminado de hablar con la señorita?— Le puso la mano en el hombro para que lo siguiera. —Debo contarte algo — No quería que la mujer escuchara, pues visto lo visto, igual se espantaba de nuevo. —Hay un ninja tuerto por aquí que no disimula en lo absoluto su presencia, ni el hecho de que está buscando algo. En serio, lo vi por ahí con una shuriken tamaño familiar en la espalda, pintas de malote vestido de negro, y andaba todo despreocupado mirando a todos lados. Casi podría decir que busca algo que sea muy obvio o especifico...— comentaría en voz baja.
—¿Ninjas? ¿No se supone que ustedes deben llevar placas para identificarse o algo...? — Se avrazó a si misma con recelo. —Un segundo. ¿ESE SUJETO ES UN SHINOBI? — De pronto se llevó ambas manos a la cara con horror. —Ay no, yo no quiero saber nada de ninjas y sus problemas. Por culpa de las aldeas ocultas todo el clima político se ha ido al demonio. Ahora tengo más motivos para que no querer ver a ese tipejo — Se cruzó de brazos y asintió. —el sujeto se la ha pasado por aquí regalando oro a las personas. No ha dicho que es un soborno ni nada, simplemente dijo que tenía para compartir con quién quisiera media vez no lo vendiéramos. ¡Y hubo varios que aceptaron! No sé de dónde viene, pero temo mucho que sea ilegal o algo por el estilo... ¡Y a mí todavía me dijo que soy una amargada por no aceptar un favor! Algunos de los vecinos soportan su presencia por los regalitos pero yo no. ¡Este sitio era un barrio normal hasta que apareció! Pero ahora tengo miedo que traiga gente indeseable. ¡Y luego vienen ustedes a tocar a mi puerta! Todo indica que las cosas son tan malas como yo predije que eran. Además, ¡me dijo que me envejeceré joven por estarme enojando! ¿Lo puede creer? — Bufó.
Entre tanto, el "anciano" Nao regresaba corriendo a una velocidad que ciertamente no encajaba con su edad, pero que era lo que menos le importaba en ese preciso momento.
—¿Ya has terminado de hablar con la señorita?— Le puso la mano en el hombro para que lo siguiera. —Debo contarte algo — No quería que la mujer escuchara, pues visto lo visto, igual se espantaba de nuevo. —Hay un ninja tuerto por aquí que no disimula en lo absoluto su presencia, ni el hecho de que está buscando algo. En serio, lo vi por ahí con una shuriken tamaño familiar en la espalda, pintas de malote vestido de negro, y andaba todo despreocupado mirando a todos lados. Casi podría decir que busca algo que sea muy obvio o especifico...— comentaría en voz baja.