21/01/2016, 21:13
Estaba sentado en el banco mirando la pared, aburrido. Comenzaba a recordar a las personas que lo acompañaron en la entrada y trataba de pensar contra quién lucharía. Había tanto mujeres como hombres aunque tal vez eran un poco más los segundos. Estaba tan distraído o tal vez tan concentrado en otra cosa que tampoco les había prestado mucha atención. Si recordaba dar vueltas en un circulo bastante grande, bordeando al estadio, y viendo como algunos entraban en unas puertas un poco pequeñas. Karamaru fue uno de los primeros en dejar el grupo.
Miraba la puerta, ambas puertas, esperando que alguien llegara y le dijera algo. La verdad es que poco se podía escuchar desde dentro de esa habitación, eso para no decir nada de nada. El calvo solo escuchaba sus pensamientos y su respiración. Lo que más le intrigaba era cuanto iba a tener que esperar para poder combatir, ¿Sería el primero? ¿O el último? ¿Esperaría solo minutos? ¿O tal vez muchas largas horas? La emoción y la ansiedad lo carcomían por dentro mientras un poco nervioso comenzaba a mover tanto pies como manos. Unos golpeaban el piso, las otras se golpeaban entre ellas con las puntas de los dedos.
«Que emoción, que emoción, que emoción, ¿Contra quién pelearé? O mejor, mejor, ¿Será fuerte? ¿Será inteligente? ¿Será veloz? ¿Será una mujer? ¿Será....?»
Millones de preguntas se le pasaban por la cabeza al calvo que lejos de poder quedarse quieto se paró y comenzó a moverse por la habitación. Revoleó algunos puños y patadas al aire, un poco para calentar y un poco para sacarse los nervios. Por suerte, una voz sonó dentro del lugar asustando al pelado un poco.
¡Habaki Karamaru! ¡Sasagani Yota!
¡Os toca!
¿Acaso podía ser? Esa persona.... ¿Se llamaba Yota? Karamaru trataba de olvidarse de ese recuerdo a cada día que pasaba pero ahí estaba esa voz, como gran recordadora de los males. Su cuerpo estaba congelado, recordaba la sangre, la cara del asesino, la mujer abandonada. El día que el miedo había dominado su cuerpo y justo lo tenía que recordar segundos antes de entrar en combate.
Se dio un cachetazo fuerte en la cara, se dejó la mejilla roja, pero reaccionó al ver las puertas abrirse. El Sol le pegó fuertemente hasta un punto que puso su mano para cubrirse los ojos. Escuchaba a la gente en las gradas y veía el mismo estadio que poco tiempo atrás había recorrido. Al parecer era el primer combate, apenas se había acostumbrado al banco de madera que ya lo estaban sacando del lugar.
A paso lento y seguro, salió del recinto para llegar al terreno de hierbas. Se acercó lentamente a uno de los postes cilíndricos y apoyo una mano sobre el. Miraba alrededor, la gente, las gradas, los kages y otra gente importante, todos mirándolo a él. Era el día en el que no solo podía competir y conocer la fuerza de otras personas de su nivel si no también demostrar la suya propia.
Miraba todas las puertas que había alrededor de la arena esperando que su rival, ese tal Yota, hiciese acto de presencia.
Miraba la puerta, ambas puertas, esperando que alguien llegara y le dijera algo. La verdad es que poco se podía escuchar desde dentro de esa habitación, eso para no decir nada de nada. El calvo solo escuchaba sus pensamientos y su respiración. Lo que más le intrigaba era cuanto iba a tener que esperar para poder combatir, ¿Sería el primero? ¿O el último? ¿Esperaría solo minutos? ¿O tal vez muchas largas horas? La emoción y la ansiedad lo carcomían por dentro mientras un poco nervioso comenzaba a mover tanto pies como manos. Unos golpeaban el piso, las otras se golpeaban entre ellas con las puntas de los dedos.
«Que emoción, que emoción, que emoción, ¿Contra quién pelearé? O mejor, mejor, ¿Será fuerte? ¿Será inteligente? ¿Será veloz? ¿Será una mujer? ¿Será....?»
Millones de preguntas se le pasaban por la cabeza al calvo que lejos de poder quedarse quieto se paró y comenzó a moverse por la habitación. Revoleó algunos puños y patadas al aire, un poco para calentar y un poco para sacarse los nervios. Por suerte, una voz sonó dentro del lugar asustando al pelado un poco.
¡Habaki Karamaru! ¡Sasagani Yota!
¡Os toca!
¿Acaso podía ser? Esa persona.... ¿Se llamaba Yota? Karamaru trataba de olvidarse de ese recuerdo a cada día que pasaba pero ahí estaba esa voz, como gran recordadora de los males. Su cuerpo estaba congelado, recordaba la sangre, la cara del asesino, la mujer abandonada. El día que el miedo había dominado su cuerpo y justo lo tenía que recordar segundos antes de entrar en combate.
Se dio un cachetazo fuerte en la cara, se dejó la mejilla roja, pero reaccionó al ver las puertas abrirse. El Sol le pegó fuertemente hasta un punto que puso su mano para cubrirse los ojos. Escuchaba a la gente en las gradas y veía el mismo estadio que poco tiempo atrás había recorrido. Al parecer era el primer combate, apenas se había acostumbrado al banco de madera que ya lo estaban sacando del lugar.
A paso lento y seguro, salió del recinto para llegar al terreno de hierbas. Se acercó lentamente a uno de los postes cilíndricos y apoyo una mano sobre el. Miraba alrededor, la gente, las gradas, los kages y otra gente importante, todos mirándolo a él. Era el día en el que no solo podía competir y conocer la fuerza de otras personas de su nivel si no también demostrar la suya propia.
Miraba todas las puertas que había alrededor de la arena esperando que su rival, ese tal Yota, hiciese acto de presencia.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘