6/08/2021, 13:15
(Última modificación: 6/08/2021, 13:16 por Aotsuki Ayame. Editado 2 veces en total.)
Choque de técnicas
Gebijūdama - 160 PV
Mizudeppō - 70 PV
Choque perdido. PV restante de la Bijūdama: 90 PV
(No añado el atributo de Poder porque el Gebijū no lo tiene y me parece injusto)
Gebijūdama - 160 PV
Mizudeppō - 70 PV
Choque perdido. PV restante de la Bijūdama: 90 PV
(No añado el atributo de Poder porque el Gebijū no lo tiene y me parece injusto)
Una diminuta bala de agua contra un cañonazo de energía pura. Era como una lucha de un titán contra una hormiga, ¿cómo había podido pensar que podía ganar un enfrentamiento así? La hormiga se vio aplastada por su colosal oponente antes de llegar siquiera a él, evaporándose en una triste boluta de vapor. Ayame sintió el terror apoderarse de ella, ese escalofrío recorriendo cada centímetro de su piel en reacción a la energía en estado puro que estaba a punto de reducirla a cenizas. Durante un breve instante, lo que vio frente a sí fue a Kuroyuki, extendiendo su mano hacia ella...
Un bestial rugido resonó en sus oídos y, antes de que pudiera siquiera reaccionar, cinco brazos de chakra pasaron a ambos lados de su cuerpo y se lanzaron contra la Bijūdama como si intentaran reducirla a base de puñetazos...
Choque de técnicas
Chakura no Ude - 125 PV
Gebijūdama - 90 PV
Choque ganado. PV restante de los brazos de chakra: 35 PV
Chakura no Ude - 125 PV
Gebijūdama - 90 PV
Choque ganado. PV restante de los brazos de chakra: 35 PV
Y lo consiguieron. No fue el primero, ni el segundo, tampoco el tercero, pero el cuarto atravesó al fin la bomba de energía y terminó incluso golpeando al gebijū que se encontraba al otro lado. La bestia volvió a rugir, viéndose en las últimas, y entonces todo su cuerpo pareció recubrirse de una extraña energía anaranjada, similar a la de Juro pero, al mismo tiempo, muy diferente. Sus ojos inyectados en sangre se clavaron en Ayame durante un instante, justo antes de desaparecer de su posición y volver a aparecer frente a ella con las zarpas alzadas (42 PV por zarpazo). Pero sus garras recubiertas de aquella energía hirviente sólo golpearon una masa de agua que cayó al suelo con un chapoteo estrepitoso. La criatura giró su cabeza a un lado y a otro, buscando la presa que se le había escapado de entre sus zarpas y, justo cuando volvía a fijar sus ojos en Juro, se quedó paralizada en el sitio. Ocho espinas de agua habían surgido del charco en el que se había convertido Ayame, perforándole por diferentes partes e inmovilizándole en el sitio de forma momentánea.
—¡Acaba con esto! —le gritó Ayame a Juro, a la desesperada.