12/08/2021, 00:06
Ranko tardó en responder a las palabras iniciales de Lyndis, más que con un sonrojo continuo.
—L-la pasaremos muy bien, ya verás. Oh, y... Bueno... Me siento bien, de maravilla. N-no tardé tanto en recuperarme, p-pero los doctores querían asegurarse, y...
Ranko perdió el habla momentáneamente cuando la peliplateada mencionó su preocupación. Luego susurró para su amiga.
—Y-yo... Yo e-escuché que estuviste e-en la refriega y... Ta-también me alegra que estés bien.
La mirada de Ranko se apartó de Lyndis, como si fuese a quedar ciega al verla tan solo de reojo. ¿Por qué le regresaba el tartamudeo después de tanto tiempo? La pregunta de Kimi le sacó de su ensimismamiento.
—¿Eh? ¡Ah! N-no, para nada, Kimi-san. Di-digo... Hubo una... Situación en la Aldea, y resulté herida. ¡Pero me recuperé! ¡Y heme aquí al cien por ciento! —Ranko soltó una risita mientras alzaba un brazo y se palpaba el músculo en señal de triunfo.
Mientras tanto, Meme había asentido a su confirmación sobre la hermosura de su brazo.
—Es solo que se me hace de preciosa hechura. Te queda bastante bien. —Meme seguía adulando el brazo, pues le atraía conocer a una "muñeca" similar a ella, aunque no sabía si estana siendo insensible o no.
No obstante, Ranko sí lo consideraba.
—L-lo siento si Meme-chan te incomoda, Kimi-san. Puedes decirle que pare si te incomodan sus comentarios, ella entenderá —Meme asintió al escuchar su nombre. Ranko se dirigió luego a Chika —. S-sí, eh... Pensé que nos vendrían de ayuda... ¿Les molesta? ¡No se preocupen! Una barbacoa estaría bien para cerrar el día, si les apetece. —Ranko le regalaría una enorme y brillante sonrisa a la peliazul.
Minutos después, llegarían al caserón. Una mujer de mediana edad y lacios cabellos rubios les saludaría a la entrada.
—Bienvenida, Ranko-sama y compañía. Espero hayan tenido un viaje placentero.
—Así fue, gracias. Chicas, ella es Goromise-san. Si necesitan cualquier cosa ella les ayudará.
La mujer asintió y les indicó que entrasen. La estructura era bastante grande. Pasado el muro exterior, el jardín frontal parecía una evolución del bosque que les rodeaba, pues estaba una docena de veces más precioso que la vegetación invernal de fuera, aunque no tanto como debería estarlo en primavera. Dentro, en la amplia sala de estar, se estaba cálido, entre tapices de aspecto refinado y jarrones caros en estantes caros. La estancia estaba adornada también por un cuadro familiar que mostraba a una Ranko de unos seis años; una niña pelirroja de facciones muy similares a Ranko, pero más chaparrita y de expresión más asertiva; un hombre de barba y cabellos cortos del mismo color del cabello de Ranko, y una preciosa mujer pelirroja manca, del tono exacto de piel de la de la trenza.
—A Ranko-sama no le gusta que lleve su equipaje, pero podemos llevar el del resto si gustan. —dijo Goromise, acercándose junto con otros empleados. Meme asintió al instante y le dio su mochila. El personal esperaría a que las chicas les dieran sus bolsas, o bien les dijeran que no era necesario, en cuyo caso les indicarían el camino a las habitaciones en el piso superior.
—Y... ¿Q-qué les parece? —La Kusajin se notaba apenada por mostrar su casa, pero contenta de tener compañía de amigas.
—L-la pasaremos muy bien, ya verás. Oh, y... Bueno... Me siento bien, de maravilla. N-no tardé tanto en recuperarme, p-pero los doctores querían asegurarse, y...
Ranko perdió el habla momentáneamente cuando la peliplateada mencionó su preocupación. Luego susurró para su amiga.
—Y-yo... Yo e-escuché que estuviste e-en la refriega y... Ta-también me alegra que estés bien.
La mirada de Ranko se apartó de Lyndis, como si fuese a quedar ciega al verla tan solo de reojo. ¿Por qué le regresaba el tartamudeo después de tanto tiempo? La pregunta de Kimi le sacó de su ensimismamiento.
—¿Eh? ¡Ah! N-no, para nada, Kimi-san. Di-digo... Hubo una... Situación en la Aldea, y resulté herida. ¡Pero me recuperé! ¡Y heme aquí al cien por ciento! —Ranko soltó una risita mientras alzaba un brazo y se palpaba el músculo en señal de triunfo.
Mientras tanto, Meme había asentido a su confirmación sobre la hermosura de su brazo.
—Es solo que se me hace de preciosa hechura. Te queda bastante bien. —Meme seguía adulando el brazo, pues le atraía conocer a una "muñeca" similar a ella, aunque no sabía si estana siendo insensible o no.
No obstante, Ranko sí lo consideraba.
—L-lo siento si Meme-chan te incomoda, Kimi-san. Puedes decirle que pare si te incomodan sus comentarios, ella entenderá —Meme asintió al escuchar su nombre. Ranko se dirigió luego a Chika —. S-sí, eh... Pensé que nos vendrían de ayuda... ¿Les molesta? ¡No se preocupen! Una barbacoa estaría bien para cerrar el día, si les apetece. —Ranko le regalaría una enorme y brillante sonrisa a la peliazul.
Minutos después, llegarían al caserón. Una mujer de mediana edad y lacios cabellos rubios les saludaría a la entrada.
—Bienvenida, Ranko-sama y compañía. Espero hayan tenido un viaje placentero.
—Así fue, gracias. Chicas, ella es Goromise-san. Si necesitan cualquier cosa ella les ayudará.
La mujer asintió y les indicó que entrasen. La estructura era bastante grande. Pasado el muro exterior, el jardín frontal parecía una evolución del bosque que les rodeaba, pues estaba una docena de veces más precioso que la vegetación invernal de fuera, aunque no tanto como debería estarlo en primavera. Dentro, en la amplia sala de estar, se estaba cálido, entre tapices de aspecto refinado y jarrones caros en estantes caros. La estancia estaba adornada también por un cuadro familiar que mostraba a una Ranko de unos seis años; una niña pelirroja de facciones muy similares a Ranko, pero más chaparrita y de expresión más asertiva; un hombre de barba y cabellos cortos del mismo color del cabello de Ranko, y una preciosa mujer pelirroja manca, del tono exacto de piel de la de la trenza.
—A Ranko-sama no le gusta que lleve su equipaje, pero podemos llevar el del resto si gustan. —dijo Goromise, acercándose junto con otros empleados. Meme asintió al instante y le dio su mochila. El personal esperaría a que las chicas les dieran sus bolsas, o bien les dijeran que no era necesario, en cuyo caso les indicarían el camino a las habitaciones en el piso superior.
—Y... ¿Q-qué les parece? —La Kusajin se notaba apenada por mostrar su casa, pero contenta de tener compañía de amigas.
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