21/08/2021, 19:04
(Última modificación: 21/08/2021, 19:06 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
La respuesta de Ranko no se hizo esperar, y la reacción de Kintsugi tampoco. En cuanto mencionó los nombres de Sasagani Yota y Tsukiyama Daigo, la mujer no se quedó más tiempo a escuchar. Soltó las carpetas que portaba, dejando que cayeran al suelo sin ningún tipo de preocupación, y salió como una exhalación por la puerta.
—¡Agh! ¡Ahora tengo que quedarme recogiendo los papeles! —aulló Paddo, saliendo de su puesto en la recepción para acercarse a recoger el estropicio.
Kintsugi ni siquiera se preocupó por comprobar si Ranko la seguía. Si lo que decía era cierto, siendo sólo un clon de sombras debería limitarse a desaparecer y regresar a su cuerpo original para ahorrar energías. Mientras tanto, la Morikage escaló al edificio más cercano y empezó a saltar de tejado en tejado en dirección a las puertas de la aldea.
«¿Qué demonios ha venido a buscar aquí?» Se preguntó, y entonces le recorrió un desagradable escalofrío. Su Señor Feudal había sido el único que había escapado con vida de la carnicería que Dragón Rojo había organizado en el Valle de los Dojos tiempo atrás. ¿Acaso venían buscándole a él?
¿Y cómo había encontrado la aldea? ¿Qué tenían que ver Yota y Daigo en todo aquello?
No podía dejar cabos sueltos.
Aburame Kintsugi no tardó mucho más en llegar al puente que hacía las veces de entrada y salida de la aldea. Aterrizó, grácil como una mariposa, y echó a caminar a paso lento hacia la pareja que la esperaba allí sin despegar los ojos del Uchiha. Pero siempre cuidándose de no mirarle directamente a aquellos ojos infernales. Afortunadamente, parecía que aún no habían llegado a las manos. Suspiró para sus adentros, aliviada por Ranko.
—Estás muy lejos de tu nido de serpientes, Uchiha —murmuró, sombría—. ¿Qué se te ha perdido aquí? ¿Y cómo has encontrado nuestra aldea?
4 AO
—¡Agh! ¡Ahora tengo que quedarme recogiendo los papeles! —aulló Paddo, saliendo de su puesto en la recepción para acercarse a recoger el estropicio.
Kintsugi ni siquiera se preocupó por comprobar si Ranko la seguía. Si lo que decía era cierto, siendo sólo un clon de sombras debería limitarse a desaparecer y regresar a su cuerpo original para ahorrar energías. Mientras tanto, la Morikage escaló al edificio más cercano y empezó a saltar de tejado en tejado en dirección a las puertas de la aldea.
«¿Qué demonios ha venido a buscar aquí?» Se preguntó, y entonces le recorrió un desagradable escalofrío. Su Señor Feudal había sido el único que había escapado con vida de la carnicería que Dragón Rojo había organizado en el Valle de los Dojos tiempo atrás. ¿Acaso venían buscándole a él?
¿Y cómo había encontrado la aldea? ¿Qué tenían que ver Yota y Daigo en todo aquello?
No podía dejar cabos sueltos.
Aburame Kintsugi no tardó mucho más en llegar al puente que hacía las veces de entrada y salida de la aldea. Aterrizó, grácil como una mariposa, y echó a caminar a paso lento hacia la pareja que la esperaba allí sin despegar los ojos del Uchiha. Pero siempre cuidándose de no mirarle directamente a aquellos ojos infernales. Afortunadamente, parecía que aún no habían llegado a las manos. Suspiró para sus adentros, aliviada por Ranko.
—Estás muy lejos de tu nido de serpientes, Uchiha —murmuró, sombría—. ¿Qué se te ha perdido aquí? ¿Y cómo has encontrado nuestra aldea?
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