24/01/2016, 14:26
*Un par de pilares... Esto es interesante*
En un buen principio pensé que hacer un tour con todos los aspirantes era una absoluta memez pero en cuanto vi la zona de combate con su hierba, la arenilla y aquellos dos grandes pilares di las gracias para mis adentros. Nunca se debe subestimar el poder de un obstáculo natural, ya sea jugando a tu favor o a tu contra, hay que tenerlo muy presente.
Pero luego de eso nos encerraron.
Ni siquiera me fijé en quién estaba en aquel tour, mi objetivo en aquel torneo era claro, no podía dejar en evidencia a la Kuromibojin, ni a mi familia, todo lo demás era totalmente secundario.
Me senté en aquel banco esperando la hora de la sangre, la hora del espectáculo grotesco que por lo visto ahí fuera esperaban a juzgar por el griterío y la animosidad de la gente que gritaba y chillaba, venidos no solo del País del Fuego, sino también de las 3 aldeas que estábamos representadas allí. Mientras esperaba saqué de mi petaca un caramelo de limón para al menos poder hacer algo mientras esperaba. Aquello me resultaba incómodo.
No aparté la vista de aquel portón de piedra.
—¡Habaki Karamaru! ¡Sasagani Yota! —anunció una voz—. ¡Os toca!
Había llegado la hora y no solo eso, sino que mi combate sería el que abriría la veda. Una oportunidad para asombrar a todos los que estaban allí, sedientes de ver técnicas, golpes y alguna que otra salpicada de sangre.
No demoré mi entrada, así que salí a la arena a paso tranquilo. No me voy a engañar, traté de buscar a mamá y a Setsuna-sensei con la vista, pero resultó en vano, fue imposible por mucho que me esforzaba en mirar a lado y lado así que me dirigí hasta el pilar que quedaba más cercano.
Aplausos, el bullicio de la multitud y apoyado en el otro pilar el tal Karamaru. Me resultaba extrañamente familiar aunque no caía en el porque, ¿Dónde me había cruzado con él? Bueno, era algo que carecía de importancia en aquellos momentos. Jugaba con mi caramelo pasándolo de lado a lado haciendo bailar aquel palito de plástico entre mis dientes a medida que la acidez del limón despertaba mis sentidos.
Una vez cerca del pilar salté hasta arriba, colocándome en el círculo dibujado en el que se presuponía que debíamos colocarnos. Miré a mi oponente mientras ajustaba mi bandana carmesí para después quitarme el caramelo de la boca para pronunciar unas palabras.
-Cuando quieras, Karamaru. Están deseosos de sangre, así que no les decepcionemos-
Se me dibujó una sonrisa siniestra en mis labios y volví a introducir el dulce en ellos esperando la respuesta del calvo de Amegakure mientras sentía que las miradas de todos, expectantes se dirigían a ambos por igual. Llegué a pensar que quizás se había creado demasiada expectación.
-Vamos, sube ahí y peleemos. Olvida toda esa gente y divirtámonos-
Era fácil de decir pero era justamente lo que intentaría hacer.
En un buen principio pensé que hacer un tour con todos los aspirantes era una absoluta memez pero en cuanto vi la zona de combate con su hierba, la arenilla y aquellos dos grandes pilares di las gracias para mis adentros. Nunca se debe subestimar el poder de un obstáculo natural, ya sea jugando a tu favor o a tu contra, hay que tenerlo muy presente.
Pero luego de eso nos encerraron.
Ni siquiera me fijé en quién estaba en aquel tour, mi objetivo en aquel torneo era claro, no podía dejar en evidencia a la Kuromibojin, ni a mi familia, todo lo demás era totalmente secundario.
Me senté en aquel banco esperando la hora de la sangre, la hora del espectáculo grotesco que por lo visto ahí fuera esperaban a juzgar por el griterío y la animosidad de la gente que gritaba y chillaba, venidos no solo del País del Fuego, sino también de las 3 aldeas que estábamos representadas allí. Mientras esperaba saqué de mi petaca un caramelo de limón para al menos poder hacer algo mientras esperaba. Aquello me resultaba incómodo.
No aparté la vista de aquel portón de piedra.
—¡Habaki Karamaru! ¡Sasagani Yota! —anunció una voz—. ¡Os toca!
Había llegado la hora y no solo eso, sino que mi combate sería el que abriría la veda. Una oportunidad para asombrar a todos los que estaban allí, sedientes de ver técnicas, golpes y alguna que otra salpicada de sangre.
No demoré mi entrada, así que salí a la arena a paso tranquilo. No me voy a engañar, traté de buscar a mamá y a Setsuna-sensei con la vista, pero resultó en vano, fue imposible por mucho que me esforzaba en mirar a lado y lado así que me dirigí hasta el pilar que quedaba más cercano.
Aplausos, el bullicio de la multitud y apoyado en el otro pilar el tal Karamaru. Me resultaba extrañamente familiar aunque no caía en el porque, ¿Dónde me había cruzado con él? Bueno, era algo que carecía de importancia en aquellos momentos. Jugaba con mi caramelo pasándolo de lado a lado haciendo bailar aquel palito de plástico entre mis dientes a medida que la acidez del limón despertaba mis sentidos.
Una vez cerca del pilar salté hasta arriba, colocándome en el círculo dibujado en el que se presuponía que debíamos colocarnos. Miré a mi oponente mientras ajustaba mi bandana carmesí para después quitarme el caramelo de la boca para pronunciar unas palabras.
-Cuando quieras, Karamaru. Están deseosos de sangre, así que no les decepcionemos-
Se me dibujó una sonrisa siniestra en mis labios y volví a introducir el dulce en ellos esperando la respuesta del calvo de Amegakure mientras sentía que las miradas de todos, expectantes se dirigían a ambos por igual. Llegué a pensar que quizás se había creado demasiada expectación.
-Vamos, sube ahí y peleemos. Olvida toda esa gente y divirtámonos-
Era fácil de decir pero era justamente lo que intentaría hacer.
![[Imagen: K1lxG4r.png]](https://i.imgur.com/K1lxG4r.png)
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