3/09/2021, 15:46
(Última modificación: 16/09/2021, 21:40 por Amedama Daruu. Editado 4 veces en total.)
Datsue soltó su mano y tomó la cuenca de vino. Con la otra, tomó un tenedor...
—¡Datsue, n...! —Hanabi no llegó a terminar la intromisión, quedándose con la mano extendida hacia adelante, porque hubo un sonoro CLONK, CLONK, CLONK.
Todos les miraron. Hanabi sí que se puso nervioso. De hecho, quizás Datsue estuviese tan embriagado por su propio discurso que no se había dado cuenta, pero el Uzukage estaba tapándose la cara. Hanabi quería una reunión privada, discreta, pero debía haber sabido el riesgo que uno asume cuando emociona demasiado a Uchiha Datsue.
Se ha de reconocer, no obstante, que el muchacho tenía labia. Una que, se temía, le sería muy necesaria en tiempos de Kage. La gente callño de inmediato para escucharle. Le prestó atención en todo momento. Lloró brevemente al principio. Rio con su broma. Y estalló en vítores con el lema de Uzushiogakure.
Para entonces, Hanabi había vuelto a levantarse, y levantaba la copa en alto frente a su subordinado. No, su sucesor.
No.
Su amigo.
—Un brindis por vuestro futuro Sexto Uzukage. Uchiha Datsue. —Hanabi sonrió. Por un instante, todo el restaurante había caído en el más profundo de los silencios. A uno de los camareros se le cayó una sopa. y se quedó embobado por al menos cinco segundos antes de marcharse a por la escoba y la fregona.
Alguien empezó a aplaudir.
Y con ese aplauso, Uzushiogakure miró al futuro.
Miremos al futuro, ¿de acuerdo?
En el futuro, Datsue y Hanabi caminan por una solitaria y amplia playa en las Costas del Remolino, sin más compañía que el sonido de las olas. Ambos recordaban el día que estuvieron a punto de perder la vida. Pero acabó siendo un buen día.
—Aquél hijo de puta tuvo la suerte de encontrarme en baja forma —decía Hanabi—. Si llega a venir antes de nuestro combate, le habríamos dado una buena paliza sin tener que reecurrir a Amedama y Aotsuki.
—¡Datsue, n...! —Hanabi no llegó a terminar la intromisión, quedándose con la mano extendida hacia adelante, porque hubo un sonoro CLONK, CLONK, CLONK.
Todos les miraron. Hanabi sí que se puso nervioso. De hecho, quizás Datsue estuviese tan embriagado por su propio discurso que no se había dado cuenta, pero el Uzukage estaba tapándose la cara. Hanabi quería una reunión privada, discreta, pero debía haber sabido el riesgo que uno asume cuando emociona demasiado a Uchiha Datsue.
Se ha de reconocer, no obstante, que el muchacho tenía labia. Una que, se temía, le sería muy necesaria en tiempos de Kage. La gente callño de inmediato para escucharle. Le prestó atención en todo momento. Lloró brevemente al principio. Rio con su broma. Y estalló en vítores con el lema de Uzushiogakure.
Para entonces, Hanabi había vuelto a levantarse, y levantaba la copa en alto frente a su subordinado. No, su sucesor.
No.
Su amigo.
—Un brindis por vuestro futuro Sexto Uzukage. Uchiha Datsue. —Hanabi sonrió. Por un instante, todo el restaurante había caído en el más profundo de los silencios. A uno de los camareros se le cayó una sopa. y se quedó embobado por al menos cinco segundos antes de marcharse a por la escoba y la fregona.
Alguien empezó a aplaudir.
Y con ese aplauso, Uzushiogakure miró al futuro.
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Miremos al futuro, ¿de acuerdo?
En el futuro, Datsue y Hanabi caminan por una solitaria y amplia playa en las Costas del Remolino, sin más compañía que el sonido de las olas. Ambos recordaban el día que estuvieron a punto de perder la vida. Pero acabó siendo un buen día.
—Aquél hijo de puta tuvo la suerte de encontrarme en baja forma —decía Hanabi—. Si llega a venir antes de nuestro combate, le habríamos dado una buena paliza sin tener que reecurrir a Amedama y Aotsuki.