2/10/2021, 01:04
(Última modificación: 2/10/2021, 01:12 por Akamatsu Nao. Editado 4 veces en total.)
La capacidad de Datsue para engañar a las personas, era sin duda magistral. Tanto como para intimidar, como para suplicar. Sí, era una mentira bastante exagerada, pero el tipo del extraño rostro, de alguna manera pareció ceder ante la mirada de perrito desamparado de Datsue, mostrando algo de nerviosismo mientras se metía ambas manos a los bolsillos.
—¿Pero por qué no lo dijiste antes? ¡Todo hubiese sido más sencillo! — Le miró Shunsuke con compasión.
Y no, no era que le estuviera siguiendo la jugada al Uchiha, sino que realmente se había tragado también el cuento. La situación, era cuanto menos. Inverosímil.
—Mari, la vecina celosa... — parecía pensativo el tipo. —Supongo que algunos lo necesitarán, por algunas razones. Bien, síganme — Movió la mano para que lo siguieran.
Se encaminarían entonces por un callejón donde no había puertas, sino que parecía más bien la trastienda de alguna gran bodega. Encontrarían al final una gran persiana metálica que el sujeto parecía tener problemas para abrir. Uno podía imaginar que era débil por su inhumana delgadez, pero no TAN débil. Al entrar, no había nada, más allá de una mesa de madera y dos sillas, siendo alumbrada la estancia por una lámpara. En el fondo, una única puerta parecía llevar al resto del complejo. El sujeto bajaría la persiana metálica, dejándolos casi totalmente a oscuras de no ser por esa tenue lámpara.
—Kid, no se encuentra aquí. Pero igual, me ha enseñado que debemos ser amables con la gente humilde... — El tipo se sentó en una de las sillas, e invitó al Uchiha a sentarse en la otra. —Bueno, lamento no tener otra silla para shinobi-san — Le miró.
—Ay no se preocupe— Sonrió el tuerto, incapaz realmente de leer el ambiente.
El sujeto luego desvió la mirada al frente, colocando ambas manos en la mesa, escondidas totalmente dentro de las mangas de su gabardina.
—¿Ya pensaste que pieza quieres? — Inquirió la extraña figura.
—¿Pero por qué no lo dijiste antes? ¡Todo hubiese sido más sencillo! — Le miró Shunsuke con compasión.
Y no, no era que le estuviera siguiendo la jugada al Uchiha, sino que realmente se había tragado también el cuento. La situación, era cuanto menos. Inverosímil.
—Mari, la vecina celosa... — parecía pensativo el tipo. —Supongo que algunos lo necesitarán, por algunas razones. Bien, síganme — Movió la mano para que lo siguieran.
Se encaminarían entonces por un callejón donde no había puertas, sino que parecía más bien la trastienda de alguna gran bodega. Encontrarían al final una gran persiana metálica que el sujeto parecía tener problemas para abrir. Uno podía imaginar que era débil por su inhumana delgadez, pero no TAN débil. Al entrar, no había nada, más allá de una mesa de madera y dos sillas, siendo alumbrada la estancia por una lámpara. En el fondo, una única puerta parecía llevar al resto del complejo. El sujeto bajaría la persiana metálica, dejándolos casi totalmente a oscuras de no ser por esa tenue lámpara.
—Kid, no se encuentra aquí. Pero igual, me ha enseñado que debemos ser amables con la gente humilde... — El tipo se sentó en una de las sillas, e invitó al Uchiha a sentarse en la otra. —Bueno, lamento no tener otra silla para shinobi-san — Le miró.
—Ay no se preocupe— Sonrió el tuerto, incapaz realmente de leer el ambiente.
El sujeto luego desvió la mirada al frente, colocando ambas manos en la mesa, escondidas totalmente dentro de las mangas de su gabardina.
—¿Ya pensaste que pieza quieres? — Inquirió la extraña figura.