23/11/2021, 21:45
— Ni te odio ni tengo por qué hacerlo, Chika. Estoy bien. Yo sé... Bueno... Mi Hermana me ha dicho que lo que yo siento no es normal. Por más que lo desprecie, es... Común que una persona toque a otra, al combatir, por ejemplo. Yo... Yo no puedo hacerlo. Y no puedo controlarlo. Debe estar en mi programación. De hecho, lamento haber reaccionado así.
Chika alzó ambas manos, con las palmas hacia Meme.
— No tienes por qué disculparme, Meme-chan. Yo ya sabía que no te gustaba y que no podías controlarlo y aún así lo he hecho, es culpa mía. Entiendo que es algo que no puedas evitar en un combate, pero estabamos entrenando y yo podía haberme controlado mejor. El control es parte del entrenamiento, al fin y al cabo.
El sonido de una de las patadas de Ranko resonó por el lugar y ambas hermanas Kaminari se giraron a observar como Lyndis caía al suelo. Chika se alzó de inmediato, yendo en dirección a la herida, que intentaba levantarse aún estando completamente agotada.
— ¡Hey! ¿Estás bien, Lyndis-san? Creo que ya es suficiente, no hace falta...
Sin embargo, Lyndis hacía oidos sordos a sus palabras. Quizas ni las escuchaba. Se alzó y empezó a correr de nuevo hacia Ranko. La amejin no dudó en ponerse en medio.
— ¡No! Apenas... — antes de que siquiera empezar a correr la kusajin ya se estaba desplomando y Chika se lanzó a agarrarla antes de que cayese al suelo. — Hey, Lyndis, Lyndis, responde. — alcanzó a tomarle el pulso y a limpiarle las lagrimas con la manga de su karategi antes de volver a hablar. — Está inconsciente, pero tiene el pulso estable.
Un golpe más y puede que hubiese estado en problemas. Desde luego, las kusajin iban en serio incluso en combates de entrenamiento. Lo cual solo preocupaba más a Chika.
Chika alzó ambas manos, con las palmas hacia Meme.
— No tienes por qué disculparme, Meme-chan. Yo ya sabía que no te gustaba y que no podías controlarlo y aún así lo he hecho, es culpa mía. Entiendo que es algo que no puedas evitar en un combate, pero estabamos entrenando y yo podía haberme controlado mejor. El control es parte del entrenamiento, al fin y al cabo.
El sonido de una de las patadas de Ranko resonó por el lugar y ambas hermanas Kaminari se giraron a observar como Lyndis caía al suelo. Chika se alzó de inmediato, yendo en dirección a la herida, que intentaba levantarse aún estando completamente agotada.
— ¡Hey! ¿Estás bien, Lyndis-san? Creo que ya es suficiente, no hace falta...
Sin embargo, Lyndis hacía oidos sordos a sus palabras. Quizas ni las escuchaba. Se alzó y empezó a correr de nuevo hacia Ranko. La amejin no dudó en ponerse en medio.
— ¡No! Apenas... — antes de que siquiera empezar a correr la kusajin ya se estaba desplomando y Chika se lanzó a agarrarla antes de que cayese al suelo. — Hey, Lyndis, Lyndis, responde. — alcanzó a tomarle el pulso y a limpiarle las lagrimas con la manga de su karategi antes de volver a hablar. — Está inconsciente, pero tiene el pulso estable.
Un golpe más y puede que hubiese estado en problemas. Desde luego, las kusajin iban en serio incluso en combates de entrenamiento. Lo cual solo preocupaba más a Chika.