29/11/2021, 19:00
Chika escuchó con atención todo lo que su hermana le dijo. A pesar de que no era ninguna genio, dada el tiempo suficiente, hasta ella podía darse cuenta de lo que pasaba. Era consciente de su trabajo y del de su hermana, era consciente de que eran kunoichis, combatientes. Tendrían que arriesgar su vida y pelear por la villa.
Sabía lo fuerte que era su hermana y, en el fondo, sabía que no iba a romperse por pelear con ella.
Pero.
Eso no cambiaba absolutamente nada sobre su forma de pelear. No cambiaba ni siquiera un apice que desde el Valle de los Dojos, su fuerza simplemente flaqueaba cuando iba a golpearla. A ella o a cualquiera que se pareciese infimamente a ella o a una hermana menor en general. Cada vez que pensaba en combatir en serio sentía el mismo pinchazo en el corazón que cuando la vio bajo los escombros. El mismo hierro candente destrozandola por dentro que era la culpa.
Sonrió con tristeza, apartando la mirada de su hermana.
— Sé que puedo ser algo... inconsciente. Inocente. Incluso ignorante. Pero no soy tonta. Sé que eres una ninja y sé que eres fuerte. Y claro que te respeto. Nada de eso tiene que ver con que no quiero hacerte daño. — apretó los puños y se los miró — Me siento fuerte, más fuerte que tú, que la mayoría del dojo y dentro de poco, tal vez más fuerte que otosan. Si te hiciese daño... eso sí que no podría perdonarmelo.
Relajó los puños, suspirando, sin llegar a mirar a su hermana.
Sabía lo fuerte que era su hermana y, en el fondo, sabía que no iba a romperse por pelear con ella.
Pero.
Eso no cambiaba absolutamente nada sobre su forma de pelear. No cambiaba ni siquiera un apice que desde el Valle de los Dojos, su fuerza simplemente flaqueaba cuando iba a golpearla. A ella o a cualquiera que se pareciese infimamente a ella o a una hermana menor en general. Cada vez que pensaba en combatir en serio sentía el mismo pinchazo en el corazón que cuando la vio bajo los escombros. El mismo hierro candente destrozandola por dentro que era la culpa.
Sonrió con tristeza, apartando la mirada de su hermana.
— Sé que puedo ser algo... inconsciente. Inocente. Incluso ignorante. Pero no soy tonta. Sé que eres una ninja y sé que eres fuerte. Y claro que te respeto. Nada de eso tiene que ver con que no quiero hacerte daño. — apretó los puños y se los miró — Me siento fuerte, más fuerte que tú, que la mayoría del dojo y dentro de poco, tal vez más fuerte que otosan. Si te hiciese daño... eso sí que no podría perdonarmelo.
Relajó los puños, suspirando, sin llegar a mirar a su hermana.