5/12/2021, 23:36
Ranko enrojeció bastante más, pero su sonrisa no hizo más que crecer.
—Ay, Waai-chan... Por supuesto.
Calló la risa de Lyndis con un largo beso, y luego le ayudó a levantarse, con sumo cuidado. Una vez de pie, le dejaría espacio para estirarse a gusto.
—Oh, e-es una buena idea. Podríamos ir a uno de esos lugares de bufé, o... O... Bueno, hablémoslo con las chicas.
Ranko sonreiría en automático al ver a la peliplateada. Aún estando adolorida, Lyndis conservaba esos ánimos que le encantaban. Se mordió los labios sin darse cuenta.
—¿Puedes andar bien? ¿Necesitas apoyarte en mi hombro? ¿Necesitas que, no sé, te lleve en brazos? —Detrás de la risita ruborizada de Ranko, la peliplateada podría ver que estaba bromeando. Ella sabía que Lyndis podría andar a la perfección. Era una chica ruda, después de todo.
Aunque, claro, la de la trenza aceptaría si Lyndis le hacía caso al juego.
—Averigüémoslo. —Les diría Meme a las Kaminari, y, después de transformar a Suiken en un abrigo, giraría grácilmente sobre sus talones y emprendería el camino de vuelta a la habitación principal.
Un breve encuentro con Goromise les revelaría que las dos artistas marciales seguían en la estancia. Meme sonrió con leve malicia. Al subir y acercarse a la puerta, alzaría la voz, canturreando en tono de broma. Meme tendría que agradecer a Kuumi por enseñarle a hacerlo.
—Oh, Hermana~ Oh, Lyndis~ Espero no estén haciendo cosas indebidas a escondidas de nosotras~
—Ay, Waai-chan... Por supuesto.
Calló la risa de Lyndis con un largo beso, y luego le ayudó a levantarse, con sumo cuidado. Una vez de pie, le dejaría espacio para estirarse a gusto.
—Oh, e-es una buena idea. Podríamos ir a uno de esos lugares de bufé, o... O... Bueno, hablémoslo con las chicas.
Ranko sonreiría en automático al ver a la peliplateada. Aún estando adolorida, Lyndis conservaba esos ánimos que le encantaban. Se mordió los labios sin darse cuenta.
—¿Puedes andar bien? ¿Necesitas apoyarte en mi hombro? ¿Necesitas que, no sé, te lleve en brazos? —Detrás de la risita ruborizada de Ranko, la peliplateada podría ver que estaba bromeando. Ella sabía que Lyndis podría andar a la perfección. Era una chica ruda, después de todo.
Aunque, claro, la de la trenza aceptaría si Lyndis le hacía caso al juego.
—Averigüémoslo. —Les diría Meme a las Kaminari, y, después de transformar a Suiken en un abrigo, giraría grácilmente sobre sus talones y emprendería el camino de vuelta a la habitación principal.
Un breve encuentro con Goromise les revelaría que las dos artistas marciales seguían en la estancia. Meme sonrió con leve malicia. Al subir y acercarse a la puerta, alzaría la voz, canturreando en tono de broma. Meme tendría que agradecer a Kuumi por enseñarle a hacerlo.
—Oh, Hermana~ Oh, Lyndis~ Espero no estén haciendo cosas indebidas a escondidas de nosotras~
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