29/01/2022, 14:42
Las semanas pasaron, y como bien advirtió el Uzukage, Hayato había recibido una notificación para el viaje que tenía pendiente. Ésta era quizás la hora en que tratase de indagar un poco en los asuntos del Senju, tomar un poco de confianzas con él, o meramente de que éste tomase confianza con el resto de la villa. En realidad, a saber por dónde salía el tiro. Pero fuese como fuese, la única cosa en que podía estar seguro al 100% era que la carta no mentía, y debía presentarse.
Normalmente uno se prepara bastante bien para un viaje en el que no sabe ni el destino, ni la duración. Un mínimo de pillar una mochila, unos víveres, agua... no sé, algo. Pero Siete no era lo que se podría catalogar como un portento físico. Si le daban para cargar una mochila, aunque fuese liviana, de seguro terminaría tirado en una cuneta al paso de unas horas. Derrotado, exhausto, muerto. Era algo que tenía asumido, cargar peso o acciones que requiriesen de fuerza y aguante físico no eran para nada lo suyo. Pero también tenía claro que hay un dicho muy popular: las vacas que entran, por las que salen. Si no eres capaz de cargar con un armario, allá donde llegues búscate la vida, o compra ropa; por poner un simple ejemplo.
Y el dinero es poder.
Es por ésto, que el genin no llevó consigo más que su indumentaria y útiles habituales, no más. Bueno, algo más si, dinero. Bastante dinero, a decir verdad. Apenas llegó a la entrada de la villa, pudo avistar a un par de chūnin hablando con un hombre de cabellera y bigote rojizo. Los tres parecían estar compartiendo batallitas, o en éste último caso un chiste sobre los shinobis de Kusa. Los tres se rieron a carcajadas, siendo el propio autor del chiste el que más. Era un poco ridículo, a menos a ojos del Senju, que el autor de un chiste se riese tanto de su propia obra. Vulgar y para nada remilgado.
—Buenos días. —Saludó a los tres, pues estaba donde él había de estar. Un mero trámite de educación.
Metió las manos en los bolsillos, y de ésta tomó su cajetilla de tabaco y el mechero. En menos de lo que se tarda en decir esternocleidomastoideo, el chico ya tenía encendido el cigarrillo, y le estaba propinando la primera calada. Era el primero del día, y nada mejor que éste pequeño vicio para esperar al Uzukage, al cuál no veía.
«¿Habré llegado demasiado temprano?»
Normalmente uno se prepara bastante bien para un viaje en el que no sabe ni el destino, ni la duración. Un mínimo de pillar una mochila, unos víveres, agua... no sé, algo. Pero Siete no era lo que se podría catalogar como un portento físico. Si le daban para cargar una mochila, aunque fuese liviana, de seguro terminaría tirado en una cuneta al paso de unas horas. Derrotado, exhausto, muerto. Era algo que tenía asumido, cargar peso o acciones que requiriesen de fuerza y aguante físico no eran para nada lo suyo. Pero también tenía claro que hay un dicho muy popular: las vacas que entran, por las que salen. Si no eres capaz de cargar con un armario, allá donde llegues búscate la vida, o compra ropa; por poner un simple ejemplo.
Y el dinero es poder.
Es por ésto, que el genin no llevó consigo más que su indumentaria y útiles habituales, no más. Bueno, algo más si, dinero. Bastante dinero, a decir verdad. Apenas llegó a la entrada de la villa, pudo avistar a un par de chūnin hablando con un hombre de cabellera y bigote rojizo. Los tres parecían estar compartiendo batallitas, o en éste último caso un chiste sobre los shinobis de Kusa. Los tres se rieron a carcajadas, siendo el propio autor del chiste el que más. Era un poco ridículo, a menos a ojos del Senju, que el autor de un chiste se riese tanto de su propia obra. Vulgar y para nada remilgado.
—Buenos días. —Saludó a los tres, pues estaba donde él había de estar. Un mero trámite de educación.
Metió las manos en los bolsillos, y de ésta tomó su cajetilla de tabaco y el mechero. En menos de lo que se tarda en decir esternocleidomastoideo, el chico ya tenía encendido el cigarrillo, y le estaba propinando la primera calada. Era el primero del día, y nada mejor que éste pequeño vicio para esperar al Uzukage, al cuál no veía.
«¿Habré llegado demasiado temprano?»