22/03/2022, 13:26
Consiguió engañar al perrito para que la dejara ponerse en pie. Se arregló en apenas unos segundos, poniendose bien la camiseta, sacudiendose el polvo y limpiandose la cara con la manga, a falta de metodos mejores. Miró al animal con los brazos en jarra y el perro le devolvió la mirada, con la lengua fuera y ninguna preocupación.
Automaticamente, Hana lo acarició.
— No puedo enfadarme contigo, Copito. — Sí, ya lo había bautizado. — ¿De quien has escapado?
Echó un vistazo alrededor y vio a una chica morena espiandoles desde unos matorrales. Dejó de acariciar a Copito para acercarse, mientras saludaba a la chica con una mano.
— ¡Hey! Perdona, este perro es... — se detuvo a medio camino.
La chica morena llevaba una bandana al cuello, de Amegakure. Sus ojos azules hicieron contacto con los de Hana y se quedó completamente helada. Hubiese jurado que el tiempo se había parado si no fuese porque Copito había seguido avanzando, olfateando a Ren para ver si era apetecible. Pero nada de eso estaba ahora siendo procesado por la rubia.
En los segundos que estaban pasando, estaba comtemplando todos los escenarios posibles. Podía huir, lejos, meterse bajo una roca y no volver a salir. Eso sonaba mejor que encararse a Ren, a esta Ren, con ojeras, una constitución muy desmejorada y claramente resentida con ella. ¿Qué iba a decirle? ¿Podía siquiera dirigirle la palabra? No se sentía ni digna ni capaz.
Se quedó ahí, mirandola, en shock. Mientras, Copito había vuelto a su lado, no parecía tener pensado lamer a Ren en ningún momento próximo.
Automaticamente, Hana lo acarició.
— No puedo enfadarme contigo, Copito. — Sí, ya lo había bautizado. — ¿De quien has escapado?
Echó un vistazo alrededor y vio a una chica morena espiandoles desde unos matorrales. Dejó de acariciar a Copito para acercarse, mientras saludaba a la chica con una mano.
— ¡Hey! Perdona, este perro es... — se detuvo a medio camino.
La chica morena llevaba una bandana al cuello, de Amegakure. Sus ojos azules hicieron contacto con los de Hana y se quedó completamente helada. Hubiese jurado que el tiempo se había parado si no fuese porque Copito había seguido avanzando, olfateando a Ren para ver si era apetecible. Pero nada de eso estaba ahora siendo procesado por la rubia.
En los segundos que estaban pasando, estaba comtemplando todos los escenarios posibles. Podía huir, lejos, meterse bajo una roca y no volver a salir. Eso sonaba mejor que encararse a Ren, a esta Ren, con ojeras, una constitución muy desmejorada y claramente resentida con ella. ¿Qué iba a decirle? ¿Podía siquiera dirigirle la palabra? No se sentía ni digna ni capaz.
Se quedó ahí, mirandola, en shock. Mientras, Copito había vuelto a su lado, no parecía tener pensado lamer a Ren en ningún momento próximo.