22/03/2022, 16:05
Había esperado con toda su alma que nunca jamás hablasen de nuevo de nada de eso. Ahora Ren le preguntaría que qué tal su día, Hana le contestaría que había venido a ver a Shiona-sama para pedir consejo, Ren le diría lo tonto que suena eso, Hana reiría levemente y le daría la razón, diciendole que aún así se siente como lo que tiene que hacer y de ahí a hablar durante horas. Sin embargo, Ren tenía otros planes.
— Por... ¿Por qué no respondiste a mis cartas?...
Hana alzó la mirada, buscando la de Ren, pero no la encontró. La amejin estaba mirando al suelo con los ojos humedos, Hana podía notar que estaba terriblemente triste. ¿Y qué le iba a decir? Ojalá y tuviese una sola excusa para justificarse. Sus ojos también empezaron a reaccionar, ardiendole y acumulando lágrimas que no estaba dejando salir. ¿Qué podía decirle? La iba a destrozar e iba a tener que ver, de primera mano, como la destrozaba.
Abrió la boca para contestar, para decir lo que fuese, para disculparse e inmediatamente las lágrimas empezaron a caer.
— Yo no... — apenas empezar tuvo que parar para sorber los mocos, se mordió el labio, intentando encontrar las fuerzas para al menos contestar antes de venirse abajo. — Después de los dojos, me sentí terriblemente mal. Dejé morir mucha gente sin hacer nada. No... no me vi capaz de afrontarlo... y hui... de todo...
Bajó la cabeza, dejando caer las lágrimas directamente de sus ojos al suelo y volvió a morderse el labio. No tenía las fuerzas para seguir hablando sin gimotear como la niña asustadiza que era. No quería ver la reacción de Ren, no quería escuchar las palabras que pudiese decirle. Tenía miedo, mucho más del que había tenido frente a Ryu, mucho más del que había sentido al recordar lo mala kunoichi que era.
Porque esta vez, pasase lo que pasase, se lo merecía. No era un capricho del destino, no era algo que no había podido evitar. Era algo que ella había provocado. Ella activamente había herido a Ren con su cobardía. Ahora quedaba pagar el precio.
— Por... ¿Por qué no respondiste a mis cartas?...
Hana alzó la mirada, buscando la de Ren, pero no la encontró. La amejin estaba mirando al suelo con los ojos humedos, Hana podía notar que estaba terriblemente triste. ¿Y qué le iba a decir? Ojalá y tuviese una sola excusa para justificarse. Sus ojos también empezaron a reaccionar, ardiendole y acumulando lágrimas que no estaba dejando salir. ¿Qué podía decirle? La iba a destrozar e iba a tener que ver, de primera mano, como la destrozaba.
Abrió la boca para contestar, para decir lo que fuese, para disculparse e inmediatamente las lágrimas empezaron a caer.
— Yo no... — apenas empezar tuvo que parar para sorber los mocos, se mordió el labio, intentando encontrar las fuerzas para al menos contestar antes de venirse abajo. — Después de los dojos, me sentí terriblemente mal. Dejé morir mucha gente sin hacer nada. No... no me vi capaz de afrontarlo... y hui... de todo...
Bajó la cabeza, dejando caer las lágrimas directamente de sus ojos al suelo y volvió a morderse el labio. No tenía las fuerzas para seguir hablando sin gimotear como la niña asustadiza que era. No quería ver la reacción de Ren, no quería escuchar las palabras que pudiese decirle. Tenía miedo, mucho más del que había tenido frente a Ryu, mucho más del que había sentido al recordar lo mala kunoichi que era.
Porque esta vez, pasase lo que pasase, se lo merecía. No era un capricho del destino, no era algo que no había podido evitar. Era algo que ella había provocado. Ella activamente había herido a Ren con su cobardía. Ahora quedaba pagar el precio.