23/03/2022, 10:27
— Bueno... Hasta cierto punto yo también creo que tengo algo de culpa... Supongo que sí que tienes razón, q-que deberías compensarme de alguna forma...
Ren tenía un poder para sacarla de sus diatribas de golpe y sin frenos. Por desgracia era con las tonterías que decía. En cuanto dijo que ella tenía parte de la culpa, Hana puso ambas manos en las mejillas de la amejin, haciendo algo de fuerza y obligándola a subir la cabeza, mirándola a los ojos.
— Tú no tienes culpa ninguna, por ahí sí que no voy a pasar. Ha sido cosa mía. Y no quiero que pienses, digas o sopeses que haya tenido algo que ver contigo. Soy yo que soy una idiota cobarde. — a pesar de la seriedad en su rostro, las lágrimas no dejaban de caer.
Entonces un grave ladrido le hizo soltar los mofletes de Ren, saltando hacia atrás del susto. Copito se había puesto en pie y parecía estar cansado de la escena.
— Copito, por Shiona-sama, ladra más bajo que estamos aquí al lado. — volvió a acercarse a Ren para cogerla de la mano para que no se escapase. — Hay una posada más adelante en el camino, seguro que la dueña de Copito está ahí y así comes algo y te das un buen baño.
Le sonrió levemente aún con la cara empapada y los ojos rojos.
Ren tenía un poder para sacarla de sus diatribas de golpe y sin frenos. Por desgracia era con las tonterías que decía. En cuanto dijo que ella tenía parte de la culpa, Hana puso ambas manos en las mejillas de la amejin, haciendo algo de fuerza y obligándola a subir la cabeza, mirándola a los ojos.
— Tú no tienes culpa ninguna, por ahí sí que no voy a pasar. Ha sido cosa mía. Y no quiero que pienses, digas o sopeses que haya tenido algo que ver contigo. Soy yo que soy una idiota cobarde. — a pesar de la seriedad en su rostro, las lágrimas no dejaban de caer.
Entonces un grave ladrido le hizo soltar los mofletes de Ren, saltando hacia atrás del susto. Copito se había puesto en pie y parecía estar cansado de la escena.
— Copito, por Shiona-sama, ladra más bajo que estamos aquí al lado. — volvió a acercarse a Ren para cogerla de la mano para que no se escapase. — Hay una posada más adelante en el camino, seguro que la dueña de Copito está ahí y así comes algo y te das un buen baño.
Le sonrió levemente aún con la cara empapada y los ojos rojos.