25/03/2022, 19:37
— Bueno... Para el siguiente podríamos intentar ir a algún lado juntas y celebrarlo por nuestra cuenta S-Si quieres claro.
— No. — fue una negativa directa y tajante. — ¡Acaba de empezar el año! No quiero esperarme todo el año para poder celebrar algo juntas. Celebraremos el festival de los Cerezos, no sé si te dejarán entrar en Uzushiogakure, sino ya buscaremos un sitio donde haya cerezos y lo celebramos.
Apretó la manita endeble de Ren con más fuerza y tiró de ella para andar más rápido, solo para mostrar su determinación. No tardaron en ver la posada a un lado del camino. No era muy notoria, pero tomaba una buena parte del terreno. Solo tenía dos plantas, siendo la superior notoriamente más pequeña que la inferior, que era muy amplia.
— Buenas tardes, Uruko-chan. — saludó Hana antes incluso de acabar de entrar en el lugar.
La puerta estaba abierta de par en par antes de que las chicas se asomasen siquiera y justo enfrente de ellas había un mostrador y una chica de la altura de Ren tras este, tenía un pañuelo en la cabeza y su pelo marrón, recogido con él, le llegaba hasta poco más abajo de los hombros.
— Oh, Hana-chan. ¿A quien traes ahí?
— Ah, sí, Copito. Nos lo hemos encontrado en el Lago, ¿sabes de quien es? — se giró para dejarle ver al enorme perro, a pesar de que no era necesario pues era perfectamente visible igualmente.
Éste ladró un par de veces antes de irse a toda prisa por detrás del mostrador.
— ¿Copito? Oh, pero si es Mochi. Su dueña es una señora que vive al oeste, está algo mayor para mantener a raya a este salvaje. — empezó a acariciarle sin dejar de mirar a las muchachas. — Pero me refería a la chica.
— Sí, es Ren, mi hermana. — la presentó alzando la mano que tenía agarrada con total naturalidad. Ya ni se molestaba en explicar nada. Era su hermana y punto. — Vamos a necesitar un baño y limpiar su ropa, si puede ser. No tiene que ser con urgencia, ya le dejaré algo mio.
La chica miró a Hana, después miró a Ren y sus ojos verdosos fueron de nuevo a Hana.
— Ya, claro, sin problema. Si necesitais ropa, os puedo dejar alguna mía. Entonces, ¿vais a querer otra habitación? Justo se acaba de liberar la de al lado.
— No, estamos bien.
— Pero si tu habitación solo tiene una cama individual, ni siquiera tienes sofa.
Hana fue a abrir la boca de nuevo y la cerró rápidamente, girandose a Ren. Tal vez estaba siendo demasiado autoritaria.
— Tienes razón. ¿Qué dices, Ren? No quiero que duermas incomoda.
— No. — fue una negativa directa y tajante. — ¡Acaba de empezar el año! No quiero esperarme todo el año para poder celebrar algo juntas. Celebraremos el festival de los Cerezos, no sé si te dejarán entrar en Uzushiogakure, sino ya buscaremos un sitio donde haya cerezos y lo celebramos.
Apretó la manita endeble de Ren con más fuerza y tiró de ella para andar más rápido, solo para mostrar su determinación. No tardaron en ver la posada a un lado del camino. No era muy notoria, pero tomaba una buena parte del terreno. Solo tenía dos plantas, siendo la superior notoriamente más pequeña que la inferior, que era muy amplia.
— Buenas tardes, Uruko-chan. — saludó Hana antes incluso de acabar de entrar en el lugar.
La puerta estaba abierta de par en par antes de que las chicas se asomasen siquiera y justo enfrente de ellas había un mostrador y una chica de la altura de Ren tras este, tenía un pañuelo en la cabeza y su pelo marrón, recogido con él, le llegaba hasta poco más abajo de los hombros.
— Oh, Hana-chan. ¿A quien traes ahí?
— Ah, sí, Copito. Nos lo hemos encontrado en el Lago, ¿sabes de quien es? — se giró para dejarle ver al enorme perro, a pesar de que no era necesario pues era perfectamente visible igualmente.
Éste ladró un par de veces antes de irse a toda prisa por detrás del mostrador.
— ¿Copito? Oh, pero si es Mochi. Su dueña es una señora que vive al oeste, está algo mayor para mantener a raya a este salvaje. — empezó a acariciarle sin dejar de mirar a las muchachas. — Pero me refería a la chica.
— Sí, es Ren, mi hermana. — la presentó alzando la mano que tenía agarrada con total naturalidad. Ya ni se molestaba en explicar nada. Era su hermana y punto. — Vamos a necesitar un baño y limpiar su ropa, si puede ser. No tiene que ser con urgencia, ya le dejaré algo mio.
La chica miró a Hana, después miró a Ren y sus ojos verdosos fueron de nuevo a Hana.
— Ya, claro, sin problema. Si necesitais ropa, os puedo dejar alguna mía. Entonces, ¿vais a querer otra habitación? Justo se acaba de liberar la de al lado.
— No, estamos bien.
— Pero si tu habitación solo tiene una cama individual, ni siquiera tienes sofa.
Hana fue a abrir la boca de nuevo y la cerró rápidamente, girandose a Ren. Tal vez estaba siendo demasiado autoritaria.
— Tienes razón. ¿Qué dices, Ren? No quiero que duermas incomoda.