4/02/2016, 02:13
Hubieron vario segundos de máxima tensión.
Pero nos ería yo el que empezase a montar un numerito de puñetazos y patadas. Todo recaía en la decisión del abrelatas que tenía frente a mí, el cual estaba enfrentándose a una discusión interna. Pegarme o no pegarme, aquella era la gran cuestión del momento para el charquito.
Mientras tanto, la peliazul que había recibido con notable alegría mis palabras esbozó una sonrisa que irradiaba felicidad en cantidades industriales. Ella también parecía que dudaba, pues tardó en reaccionar pero pronto lo hizo, golpeando con sus delicados mofletes mi pecho abrazándome como nunca antes nadie lo había hecho, solo mamá en alguna que otra rara ocasión, como cuando el día que me gradué. Un extraño sentimiento afloró en mis entrañas, ¿Qué era aquello?
-Venga, venga, tu harías lo mismo por mi, ¿Verdad que si, Eri-chan?-
Pero correspondí aquel abrazo que me hizo sentir tan y tan bien, apoyando mi barbilla sobre sus delicados cabellos y envolviendo con mis brazos la espalda de la muchacha. No fue por voluntad propia, es decir, fue algo instintivo. Salió de mi interior y nada lo podría haber frenado.
Hasta que el de Amegakure volvió a abrir su afilado buzón.
—Me da la impresión de que os conocéis de antes —argumentó, a priori por la intención de Yota de llevar a Eri sana a "casa"—. ¿tú también eres de Uzushiogakure, compañero?
-¡Síi! - Se apresuró a decir la kunoichi agitando los brazos energicamente -.¡Es mi compañero!
Si, era cierto, yo también era natural de Uzushiogakure y ya era imposible tratar de negarlo así que cogí a mi bandana, la cual todavía reposaba en el bolsillo interior de mi túnica carmesí y me la coloqué en la frente, atándola debidamente para que luciese ahí hasta que volviese a quitármela.
-Pues parece que si, ¿No?- dije como bromeando -Venga, vamos a por esas calabazas-
Acto seguido nos vimos envueltos en el frío abrazo del tipo azulado. Su piel era áspera y más dura de lo que podría serlo la mía propia o la de Eri. Aquel cabrón era un tipo digno de estudio, pero... ¿Sería un experimento de Amegakure? ¿Un experimento fallido? ¿O quizás le raptaron y le hicieron cosas desagradables que no querrías ni para el peor de tus enemigos? Seguramente jamás descubriese la verdad.
Por ahora las aquella comida tradicional del lugar, anaranjada como el astro rey, era más importante que mis curiosidades.
Pero nos ería yo el que empezase a montar un numerito de puñetazos y patadas. Todo recaía en la decisión del abrelatas que tenía frente a mí, el cual estaba enfrentándose a una discusión interna. Pegarme o no pegarme, aquella era la gran cuestión del momento para el charquito.
Mientras tanto, la peliazul que había recibido con notable alegría mis palabras esbozó una sonrisa que irradiaba felicidad en cantidades industriales. Ella también parecía que dudaba, pues tardó en reaccionar pero pronto lo hizo, golpeando con sus delicados mofletes mi pecho abrazándome como nunca antes nadie lo había hecho, solo mamá en alguna que otra rara ocasión, como cuando el día que me gradué. Un extraño sentimiento afloró en mis entrañas, ¿Qué era aquello?
-Venga, venga, tu harías lo mismo por mi, ¿Verdad que si, Eri-chan?-
Pero correspondí aquel abrazo que me hizo sentir tan y tan bien, apoyando mi barbilla sobre sus delicados cabellos y envolviendo con mis brazos la espalda de la muchacha. No fue por voluntad propia, es decir, fue algo instintivo. Salió de mi interior y nada lo podría haber frenado.
Hasta que el de Amegakure volvió a abrir su afilado buzón.
—Me da la impresión de que os conocéis de antes —argumentó, a priori por la intención de Yota de llevar a Eri sana a "casa"—. ¿tú también eres de Uzushiogakure, compañero?
-¡Síi! - Se apresuró a decir la kunoichi agitando los brazos energicamente -.¡Es mi compañero!
Si, era cierto, yo también era natural de Uzushiogakure y ya era imposible tratar de negarlo así que cogí a mi bandana, la cual todavía reposaba en el bolsillo interior de mi túnica carmesí y me la coloqué en la frente, atándola debidamente para que luciese ahí hasta que volviese a quitármela.
-Pues parece que si, ¿No?- dije como bromeando -Venga, vamos a por esas calabazas-
Acto seguido nos vimos envueltos en el frío abrazo del tipo azulado. Su piel era áspera y más dura de lo que podría serlo la mía propia o la de Eri. Aquel cabrón era un tipo digno de estudio, pero... ¿Sería un experimento de Amegakure? ¿Un experimento fallido? ¿O quizás le raptaron y le hicieron cosas desagradables que no querrías ni para el peor de tus enemigos? Seguramente jamás descubriese la verdad.
Por ahora las aquella comida tradicional del lugar, anaranjada como el astro rey, era más importante que mis curiosidades.
![[Imagen: K1lxG4r.png]](https://i.imgur.com/K1lxG4r.png)
![[Imagen: dlinHLO.png]](https://i.imgur.com/dlinHLO.png)
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