1/04/2022, 00:17
La cara del Mudo quedó lleno de mierda, deteniéndolo justo en el momento en que la Matasanos lanzó una cuchillada. Por menos de una pulgada, la daga no le alcanzó.
—¡Mierda! —exclamó, rabiosa. No había estado dormida.
Allí nadie lo estaba.
—¡Muere hijaputa! —gritó la Hambrienta, justo antes de abalanzarse sobre la Llorona con un trozo de hueso afilado con el que trató de apuñalarla. Esta última rodó justo en el último momento, y entre chillidos asustados se fue alejando hasta chocar contra la pared.
Todo era un caos en la oscuridad. El Mudo forcejeaba con la Matasanos, sujetándole el brazo con el que empuñaba el puñal. Mordiscos corría directo hacia Tres Dientes, y de fondo, se escuchaba la risita de un niño.
—¡Mierda! —exclamó, rabiosa. No había estado dormida.
Allí nadie lo estaba.
—¡Muere hijaputa! —gritó la Hambrienta, justo antes de abalanzarse sobre la Llorona con un trozo de hueso afilado con el que trató de apuñalarla. Esta última rodó justo en el último momento, y entre chillidos asustados se fue alejando hasta chocar contra la pared.
Todo era un caos en la oscuridad. El Mudo forcejeaba con la Matasanos, sujetándole el brazo con el que empuñaba el puñal. Mordiscos corría directo hacia Tres Dientes, y de fondo, se escuchaba la risita de un niño.