3/04/2022, 20:23
(Última modificación: 3/04/2022, 20:23 por Senju Hayato.)
Hayato subió las escaleras, y terminó la efímera travesía en el final de la sala: La oficina. Tocó un par de veces, y entró sin esperar siquiera respuesta. Después de todo, él era el segundo dueño, o el primero... en realidad, entre medias, como siempre. Allí en la sala encontró que Tres andaba entre papeles, y contando dinero. Por su parte, la camarera andaba ayudando en lo que buenamente podía. Aunque en realidad, en bien poco, puesto que a Tres le gustaba encargarse personalmente de todas y cada una de las cuentas.
—Bueno, bueno, bueno. Si ha venido un día cualquiera y sin festejarlo por lo alto, ¿qué ven mis ojos?.
—¡Yay! Tenías unas cosillas de trabajo por aquí cerca, y me he pasado un ratillo. —Contestó sin entrar en detalles.
Tres dejó de lado por un instante los papeles, se acercó a Siete y le ofreció el puño. Ambos lo entrechocaron, y terminaron por hacer a la misma vez un esporádico serpenteo de dedos en lo que sendos participantes alejaban el puño del choque.
—¡boooooooooom!
»Voy a estar un ratejo abajo, quizás tomando algo con unos conocidos. Si te hace, puedes bajar y ver el rollo.
La chica se encogió de hombros, en lo que adoptaba una mueca de no demasiadas ganas. —Bueeehhh... quizás luego, ahora mismo tengo demasiado curro, tío.
—Ni te ralles. En realidad no creo que estemos mucho rato, si no te mola no hace falta. Por cierto, ¿cómo va el rollo nuevo?.
—Pues sobre ruedas, Siete. Nunca pensé que pudiese haber ido tan bien. Y tu jefe... ¿cómo se lo ha tomado?.
—Te lo diré cuando se lo haya dicho. —Sentenció entre risas.
Siete se aproximó de nuevo al umbral de la puerta, y alzó la mano en despedida. Ya se verían en otra ocasión, y ya entraría en más detalle con los números. De momento, si ella decía que todo iba bien, para Hayato era más que suficiente.
—Bueno, ya se puede estar por abajo sin pegas. —Anunció, principalmente para la camarera.
Tras el anuncio, Hayato deshizo el recorrido, retornando hasta las escaleras y posteriormente hasta la mesa. Eso sí, antes pasó por la barra para pillar un zumo de frambuesas, servido en un vaso con unos hielos. Nada mejor que ese zumo bien fresquito.
—Ya estoy de vuelta.
Poco mas tarde, terminaría bajando la camarera, y volviendo a posicionarse tras la barra. Aunque antes de pararse tras la barra, abriría de nuevo la puerta. Si ya estaba todo solventado, no veía porqué no.
—Bueno, bueno, bueno. Si ha venido un día cualquiera y sin festejarlo por lo alto, ¿qué ven mis ojos?.
—¡Yay! Tenías unas cosillas de trabajo por aquí cerca, y me he pasado un ratillo. —Contestó sin entrar en detalles.
Tres dejó de lado por un instante los papeles, se acercó a Siete y le ofreció el puño. Ambos lo entrechocaron, y terminaron por hacer a la misma vez un esporádico serpenteo de dedos en lo que sendos participantes alejaban el puño del choque.
—¡boooooooooom!
»Voy a estar un ratejo abajo, quizás tomando algo con unos conocidos. Si te hace, puedes bajar y ver el rollo.
La chica se encogió de hombros, en lo que adoptaba una mueca de no demasiadas ganas. —Bueeehhh... quizás luego, ahora mismo tengo demasiado curro, tío.
—Ni te ralles. En realidad no creo que estemos mucho rato, si no te mola no hace falta. Por cierto, ¿cómo va el rollo nuevo?.
—Pues sobre ruedas, Siete. Nunca pensé que pudiese haber ido tan bien. Y tu jefe... ¿cómo se lo ha tomado?.
—Te lo diré cuando se lo haya dicho. —Sentenció entre risas.
Siete se aproximó de nuevo al umbral de la puerta, y alzó la mano en despedida. Ya se verían en otra ocasión, y ya entraría en más detalle con los números. De momento, si ella decía que todo iba bien, para Hayato era más que suficiente.
—Bueno, ya se puede estar por abajo sin pegas. —Anunció, principalmente para la camarera.
Tras el anuncio, Hayato deshizo el recorrido, retornando hasta las escaleras y posteriormente hasta la mesa. Eso sí, antes pasó por la barra para pillar un zumo de frambuesas, servido en un vaso con unos hielos. Nada mejor que ese zumo bien fresquito.
—Ya estoy de vuelta.
Poco mas tarde, terminaría bajando la camarera, y volviendo a posicionarse tras la barra. Aunque antes de pararse tras la barra, abriría de nuevo la puerta. Si ya estaba todo solventado, no veía porqué no.