4/04/2022, 16:52
Para cuando el Senju había terminado su vuelta por el establecimiento, sendos negociantes parecían haber culminado la celebración. Nahana se levantó, y le extendió la mano a Siete, en lo que parecía una despedida. Y Hayato alcanzó la mano con su diestra también, apretando su mano con cordialidad y firmeza. No había nada peor en éste mundo que un mal apretón de manos, nada. Un mal apretón de manos no era más que una muestra de poca confianza. La mujer terminó despidiéndose con un curioso comentario del Uzukage.
Pero... ¿quién era más liante?
—Ha sido todo un placer conocerla. —Se despidió el Senju.
Tras atravesar el umbral de la puerta la mujer, Datsue rodeó los hombros de Siete con un abrazo, en un gesto que Hayato no terminaba de entender del todo. El Uzukage retomó su falsa voz, y sentenció que no debían hablar sobre ese trato en la reunión que tenían más adelante. Nadie —Y en especial una mujer.— debía saber de todo ésto, o de la república.
—No hay problema. Seré una tumba.
»¿Entiendo que ahora sí vamos hacia donde nunca para de llover?
Pero... ¿quién era más liante?
—Ha sido todo un placer conocerla. —Se despidió el Senju.
Tras atravesar el umbral de la puerta la mujer, Datsue rodeó los hombros de Siete con un abrazo, en un gesto que Hayato no terminaba de entender del todo. El Uzukage retomó su falsa voz, y sentenció que no debían hablar sobre ese trato en la reunión que tenían más adelante. Nadie —Y en especial una mujer.— debía saber de todo ésto, o de la república.
—No hay problema. Seré una tumba.
»¿Entiendo que ahora sí vamos hacia donde nunca para de llover?