12/04/2022, 02:18
Continuaban el viaje, pero de pronto hubieron de hacer una parada. Era la hora de la merienda, ni más ni menos. Una hora totalmente venerable, pues la merienda es sagrada. Así lo pone en los santos libros.
En el claro en el que estaban, había unas piedras planas —O casi planas.—, donde sendos shinobis pararían a sentarse. Datsue sacó un pergamino, y el mismo pergamino regurgitó un par de bocadillos y una botella. Como por arte de magia, la merienda había aparecido. Hayato había visto en algunas ocasiones las cosas que se podían hacer con Fuinjutsu, pues en Uzushiogakure casi todos sabían manejar medianamente bien las técnicas de sellado. Pero nunca llegó a pensar que pudiesen tener usos tan... coloquiales.
Tras ofrecer al genin un bocadillo, así como un trago de la botella, el Uzukage explicó que había hablado con el mismísimo Kurama. La conversación no había sido muy fructifera, tan solo insultos y amenazas... ¿Pero qué puedes esperar de un zorro con aires de superioridad que quiere destruir a la humanidad?. No mucho más, ¿no?.
—No sé porqué, pero me lo esperaba...
También había hablado con Kokuō, y ésta era una curiosa criatura. Al parecer era extremadamente respetuosa, le trataba de usted y todo a Datsue. Estaba en contra de Kurama, y aunque habían tenido alguna "discusión", no habían llegado a mayores jaleos. También estaba por otro lado Gyūki, a quien tenían en el puerto desde hacía un tiempo. La verdad, nunca había ido siquiera a verlo... pero lo bueno, es que no estaba tampoco a favor de Kurama. Y a Chōmei no lo incluía en la lista, pues al parecer nunca había hablado directamente con él.
El cuarto en la lista no era otro si no el que se describía a sí mismo como: Dios del Fūinjutsu, Padre del Desierto, y el más grande de todos los bijūs; Shukaku. Bueno, y al parecer Datsue ratificaba sus palabras.
—¿Y ese General... ? —Si, quizás era lo que más había llamado su atención. —¿Era tan fuerte como un kage? Los rumores dicen que son terroríficos...
Y ahora sí, le propinó el primer bocado al bocadillo.
En el claro en el que estaban, había unas piedras planas —O casi planas.—, donde sendos shinobis pararían a sentarse. Datsue sacó un pergamino, y el mismo pergamino regurgitó un par de bocadillos y una botella. Como por arte de magia, la merienda había aparecido. Hayato había visto en algunas ocasiones las cosas que se podían hacer con Fuinjutsu, pues en Uzushiogakure casi todos sabían manejar medianamente bien las técnicas de sellado. Pero nunca llegó a pensar que pudiesen tener usos tan... coloquiales.
Tras ofrecer al genin un bocadillo, así como un trago de la botella, el Uzukage explicó que había hablado con el mismísimo Kurama. La conversación no había sido muy fructifera, tan solo insultos y amenazas... ¿Pero qué puedes esperar de un zorro con aires de superioridad que quiere destruir a la humanidad?. No mucho más, ¿no?.
—No sé porqué, pero me lo esperaba...
También había hablado con Kokuō, y ésta era una curiosa criatura. Al parecer era extremadamente respetuosa, le trataba de usted y todo a Datsue. Estaba en contra de Kurama, y aunque habían tenido alguna "discusión", no habían llegado a mayores jaleos. También estaba por otro lado Gyūki, a quien tenían en el puerto desde hacía un tiempo. La verdad, nunca había ido siquiera a verlo... pero lo bueno, es que no estaba tampoco a favor de Kurama. Y a Chōmei no lo incluía en la lista, pues al parecer nunca había hablado directamente con él.
El cuarto en la lista no era otro si no el que se describía a sí mismo como: Dios del Fūinjutsu, Padre del Desierto, y el más grande de todos los bijūs; Shukaku. Bueno, y al parecer Datsue ratificaba sus palabras.
—¿Y ese General... ? —Si, quizás era lo que más había llamado su atención. —¿Era tan fuerte como un kage? Los rumores dicen que son terroríficos...
Y ahora sí, le propinó el primer bocado al bocadillo.