7/05/2022, 14:08
(Última modificación: 7/05/2022, 15:07 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
Mientras en vanguardia se estaba librando una encarnizada lucha, en retaguardia el caos era de otra índole. Los gritos de guerra, los chillidos de dolor y los llantos llegaban hasta ellos sin saber muy bien si provenía la mayoría de su propio bando o del enemigo. Desde la distancia, veían el cielo lleno de bolas de fuego y pedruscos tan grandes como un elefante yendo y viniendo en un fuego cruzado.
De tanto en tanto, se veía a ninjas transportando a un herido en camilla, o directamente sobre los hombros. Muchos de estas eran imágenes grotescas, llenas de heridas fatales que tintaban los charcos de los arrozales de un tono carmesí.
—¡El Escuadrón de Ranko ha conseguido hacer huir al Comandante enemigo! —se oyó gritar a Yuki Yuko, el General de la División de Refuerzos. Minutos atrás, se había extendido el rumor entre los de la retaguardia que un enemigo había invocado una tormenta de nieve que estaba poniendo en serias dificultades a la Alianza. El problema parecía haber sido resuelto, y las tornas habían cambiado—. ¡Se están batiendo en retirada! ¡La victoria está en la palma de nuestra mano! ¡Vamos, debemos avanzar o quedaremos descolgados del ejército!
Rai, que en la hora que había estado allí no había parado de morderse las uñas —o más bien los dedos, porque ya pocas le quedaban—, se levantó de un salto.
—¡Lo que necesitamos es entrar ya en acción, joder! ¡Toshio, Jun, Kaira! ¡Conmigo! —exclamó a los tres del equipo—. ¡Es hora de ganarse el sueldo!
Y empezó a correr hasta alcanzar la División de Largo Alcance, que también se desplazaba hacia adelante. Su idea era correr más que ellos, atravesarla, y llegar hasta la acción de la guerra. Kaira le seguía al lado. ¿Y los otros dos?
De tanto en tanto, se veía a ninjas transportando a un herido en camilla, o directamente sobre los hombros. Muchos de estas eran imágenes grotescas, llenas de heridas fatales que tintaban los charcos de los arrozales de un tono carmesí.
—¡El Escuadrón de Ranko ha conseguido hacer huir al Comandante enemigo! —se oyó gritar a Yuki Yuko, el General de la División de Refuerzos. Minutos atrás, se había extendido el rumor entre los de la retaguardia que un enemigo había invocado una tormenta de nieve que estaba poniendo en serias dificultades a la Alianza. El problema parecía haber sido resuelto, y las tornas habían cambiado—. ¡Se están batiendo en retirada! ¡La victoria está en la palma de nuestra mano! ¡Vamos, debemos avanzar o quedaremos descolgados del ejército!
Rai, que en la hora que había estado allí no había parado de morderse las uñas —o más bien los dedos, porque ya pocas le quedaban—, se levantó de un salto.
—¡Lo que necesitamos es entrar ya en acción, joder! ¡Toshio, Jun, Kaira! ¡Conmigo! —exclamó a los tres del equipo—. ¡Es hora de ganarse el sueldo!
Y empezó a correr hasta alcanzar la División de Largo Alcance, que también se desplazaba hacia adelante. Su idea era correr más que ellos, atravesarla, y llegar hasta la acción de la guerra. Kaira le seguía al lado. ¿Y los otros dos?