21/05/2022, 05:44
—PUTA MADRE.
—¿Y ahora?
Jun se dio vuelta hacia el sofá donde tranquilamente estaba su hermano y le señaló el pergamino que tenía en manos.
—¡Otra vez una misión que tengo que ordenar o limpiar o barrer algo! Estoy hasta las tetas.
—Baaaka. Debe ser para lo único que sirves, además de pasártela gritando cuando quiero descansar. — Soltó con su impropia picardía.
La mano de la chica fue veloz y dura. Era evidente por la palma de su mano que había quedado marcada en la cara de Hinata.
—CABRÓN. HABLA EL QUE SE LA PASA TODO EL DÍA COCINANDO. DEBES HASTA TENER MENOS MISIONES QUE YO.
—DEJÁ DE GRITAR IMBECIL.
—¡Cierren el puto hocico los dos!
Ni bien el mayor de los hermanos hizo acto de presencia, ambos se separaron y soltaron un suspiro. Hinata siguió a lo suyo y Jun salió por la puerta de la casa. Ellos dos eran los que más "normales" estaban en la casa. A ambos les había afectado lo de Yui, pero lo podían llevar adelante. Todos los demás les había chocado mucho más, sumado que se esperaban lo peor para los tiempos futuros. Batallas, guerra y todo lo que eso conlleva. Eran muy conscientes que todo podía terminar muy mal y debían prepararse.
Sin embargo, la menor de los Nara, aún sabiendo que faltaba poco para que todo explote, estaba caminando como si nada hacia el Torreón de la Academia. «Esperaba no volver nunca más a este lugar.» Y mírenla ahí, viendo de lejos el edificio, sabiendo que debía si o si meterse a hacer una misión allí. No tuvo muchos problemas con compañeros. Si quizás con algún profesor pero nada de gravedad. Solo le mataba de aburrimiento acordarse lo que eran las clases y lo estricto que se ponían algunos con cosas que para ella eran estúpidas.
Ya dentro del lugar, se sacó la capucha de su abrigo y suspiró. Le revivía un par de recuerdos estar por esos lares. Y no fue tan lejana esa época, por lo que los tenía bastante vívidos.
«Bueno Jun, mira el lado positivo. Por lo menos no estás sola como una tarada en este lugar. Hasta ahora no me puedo quejar de ningún compañero que tuve.»
Parecía que, ni por asomo, era la primera que llegaba al lugar. Si de cualidades tenía pocas, la puntualidad no era una de ellas.
—Hey hey. — Soltó simple. Con una media sonrisa y levantando la zurda en señal de saludo.
—¿Y ahora?
Jun se dio vuelta hacia el sofá donde tranquilamente estaba su hermano y le señaló el pergamino que tenía en manos.
—¡Otra vez una misión que tengo que ordenar o limpiar o barrer algo! Estoy hasta las tetas.
—Baaaka. Debe ser para lo único que sirves, además de pasártela gritando cuando quiero descansar. — Soltó con su impropia picardía.
La mano de la chica fue veloz y dura. Era evidente por la palma de su mano que había quedado marcada en la cara de Hinata.
—CABRÓN. HABLA EL QUE SE LA PASA TODO EL DÍA COCINANDO. DEBES HASTA TENER MENOS MISIONES QUE YO.
—DEJÁ DE GRITAR IMBECIL.
—¡Cierren el puto hocico los dos!
Ni bien el mayor de los hermanos hizo acto de presencia, ambos se separaron y soltaron un suspiro. Hinata siguió a lo suyo y Jun salió por la puerta de la casa. Ellos dos eran los que más "normales" estaban en la casa. A ambos les había afectado lo de Yui, pero lo podían llevar adelante. Todos los demás les había chocado mucho más, sumado que se esperaban lo peor para los tiempos futuros. Batallas, guerra y todo lo que eso conlleva. Eran muy conscientes que todo podía terminar muy mal y debían prepararse.
Sin embargo, la menor de los Nara, aún sabiendo que faltaba poco para que todo explote, estaba caminando como si nada hacia el Torreón de la Academia. «Esperaba no volver nunca más a este lugar.» Y mírenla ahí, viendo de lejos el edificio, sabiendo que debía si o si meterse a hacer una misión allí. No tuvo muchos problemas con compañeros. Si quizás con algún profesor pero nada de gravedad. Solo le mataba de aburrimiento acordarse lo que eran las clases y lo estricto que se ponían algunos con cosas que para ella eran estúpidas.
Ya dentro del lugar, se sacó la capucha de su abrigo y suspiró. Le revivía un par de recuerdos estar por esos lares. Y no fue tan lejana esa época, por lo que los tenía bastante vívidos.
«Bueno Jun, mira el lado positivo. Por lo menos no estás sola como una tarada en este lugar. Hasta ahora no me puedo quejar de ningún compañero que tuve.»
Parecía que, ni por asomo, era la primera que llegaba al lugar. Si de cualidades tenía pocas, la puntualidad no era una de ellas.
—Hey hey. — Soltó simple. Con una media sonrisa y levantando la zurda en señal de saludo.