21/05/2022, 23:49
— Y no, no soy un oni. Ni un unicornio, ni un cocodrilo. Soy humano. Mis cuernos, cola y escama son por culpa de la meditación de los ermitaños. Por suerte consiguieron sacarme del trance antes de que fuera a más, pero esto que me ha quedado es ya algo irreversible por lo que parece.
— Ah. — comentó Hana brevemente antes de pensar detenidamente en lo que le había dicho Ryu. — Aaaaahhhh. Estos que son capaces de usar el poder de sus invocaciones en ellos mismos, con todo el chakra natural y eso. Jamás había oído a nadie que lo haya visto siquiera. Entonces, ¿salió bien? ¿Tienes poderes de cocodrilo?
La idea de volverse medio animal no le parecía del todo mal a Hana. Al fin y al cabo, los animales hacen cosas verdaderamente fascinantes. Los gatos eran capaces de caer sin hacerse una sola magulladura independientemente de la altura, y siempre caían de pie. Además andaban sobre superficies extremadamente estrechas como si fuese un día normal. Y los perros eran capaces de oler comida a cualquier distancia y por cualquier recoveco. Y había ardillas que eran capaces de planear durante horas. Y había pajaros capaces de penetrar un arbol picandolo con su pico a la velocidad del sonido, además de volar, claro, como todos los pajaros.
Sería increible poder conseguir alguna de sus capacidades, aunque tuviese que dejarse crecer unas orejitas o un hocico. ¿Qué era eso comparado con el poder de un dios?
— Vaya... Pues conozco a un chico que hizo lo mismo, aunque le salió bien. ¿Y de dónde eres, Ryu-senpai?
— ¿Ah, sí? ¿Y podía convertirse en cocodrilo a voluntad? — los ojos le brillaban, algo en toda esa idea había resonado con lo más profundo del ser de Hana.
— Ah. — comentó Hana brevemente antes de pensar detenidamente en lo que le había dicho Ryu. — Aaaaahhhh. Estos que son capaces de usar el poder de sus invocaciones en ellos mismos, con todo el chakra natural y eso. Jamás había oído a nadie que lo haya visto siquiera. Entonces, ¿salió bien? ¿Tienes poderes de cocodrilo?
La idea de volverse medio animal no le parecía del todo mal a Hana. Al fin y al cabo, los animales hacen cosas verdaderamente fascinantes. Los gatos eran capaces de caer sin hacerse una sola magulladura independientemente de la altura, y siempre caían de pie. Además andaban sobre superficies extremadamente estrechas como si fuese un día normal. Y los perros eran capaces de oler comida a cualquier distancia y por cualquier recoveco. Y había ardillas que eran capaces de planear durante horas. Y había pajaros capaces de penetrar un arbol picandolo con su pico a la velocidad del sonido, además de volar, claro, como todos los pajaros.
Sería increible poder conseguir alguna de sus capacidades, aunque tuviese que dejarse crecer unas orejitas o un hocico. ¿Qué era eso comparado con el poder de un dios?
— Vaya... Pues conozco a un chico que hizo lo mismo, aunque le salió bien. ¿Y de dónde eres, Ryu-senpai?
— ¿Ah, sí? ¿Y podía convertirse en cocodrilo a voluntad? — los ojos le brillaban, algo en toda esa idea había resonado con lo más profundo del ser de Hana.