22/05/2022, 22:26
Cada segundo que pasaba en su casa era un segundo en que no era productiva. Tenía que ponerse tan en forma como fuese posible para cuando fuese a la guerra. No sabía qué clase de misión sería ni qué tipo de cosas llevaría a cabo. Asesinatos, sigilo, guerra abierta, cualquier cosa era posible y debía estar en la mejor forma posible para cuando llegase dicho momento.
Claro que no había pensado en su fortaleza mental, había decidido unilateralmente sin consultar con su cerebro, que eso estaba solucionado con decidirse a ir a la guerra y a no rendirse. Poco sabía que eso no sería todo lo que necesitaría, pero eso eran cuentos de otra epoca.
Ahora estaba en Tane-Shigai, donde había cometido el error de entrar en una zona más poblada que un simple pueblo, y cómo era de esperar, las fans de Shizuka la esperaban. A veces parecía que se sabían sus misiones. Intentaba darles esquinazo siendo tan sutil como fuera posible, pues si empezaba a correr, ellas empezarían a correr e igual se chocaban con alguien y empezaban algún altercado. No, una ninja debía ser sutil, una sombra en el viento.
Así fue como tras doblar una esquina se metió, no en la primera cafetería que encontró, sino en la segunda, yendo tan rápido como fuese posible a una mesa que estuviese fuera del rango de las ventanas. Se sentó y levantó una carta que había sobre la misma mesa, tapando su rostro. Podría hacer un henge, pero sería demasiado llamativo. De momento aguantaría con la carta.
Claro que no había pensado en su fortaleza mental, había decidido unilateralmente sin consultar con su cerebro, que eso estaba solucionado con decidirse a ir a la guerra y a no rendirse. Poco sabía que eso no sería todo lo que necesitaría, pero eso eran cuentos de otra epoca.
Ahora estaba en Tane-Shigai, donde había cometido el error de entrar en una zona más poblada que un simple pueblo, y cómo era de esperar, las fans de Shizuka la esperaban. A veces parecía que se sabían sus misiones. Intentaba darles esquinazo siendo tan sutil como fuera posible, pues si empezaba a correr, ellas empezarían a correr e igual se chocaban con alguien y empezaban algún altercado. No, una ninja debía ser sutil, una sombra en el viento.
Así fue como tras doblar una esquina se metió, no en la primera cafetería que encontró, sino en la segunda, yendo tan rápido como fuese posible a una mesa que estuviese fuera del rango de las ventanas. Se sentó y levantó una carta que había sobre la misma mesa, tapando su rostro. Podría hacer un henge, pero sería demasiado llamativo. De momento aguantaría con la carta.