28/05/2022, 23:16
La respuesta de Ryutaro la había dejado pasmada. Después de aparecer detrás de Sayori, pudo ver como era el hombre. No era nada del otro mundo y eso le daba un toque místico para ella. Simular ser algo totalmente normativo y después soltar un tremendo discurso de la nada. Si no fue suficiente que les de un sermón a las tres, también dejó en total evidencia lo pobre que había sido la pregunta de Jun y con qué facilidad rebatirla, soltando un discurso que construía y unía a las personas que estaban allí.
«Magnífico.» No le gustaba para nada aceptarlo, pero dentro del pensamiento de uno no hay escapatoria. En sus ojos se reflejaba el respeto que se acababa de ganar el hombre con tan solo unas palabras.
Varias cosas le llegaron a tocar. Una muy buena explicación de la idiosincrasia de Amegakure, de la cual ya varias veces expresó no estar cien por cien de acuerdo, pero tenía un punto muy fuerte el cual no sabía rebatir que era desear el bien ajeno y no lo contrario. Sobre todas las cosas, también los aspectos de la vida diaria trasladados a deberes más importantes como una batalla. Más aún estando a la vuelta de la esquina la guerra ¿Qué haría ella si debía ir a dar frente a una de esas batallas? ¿Al ser su vida tan desordenada y revoltosa, le afectaría tanto allí? Entró en una gran preocupación con ese pensamiento y era un dilema algo filosófico. Tenía miedo de que el superior tuviera razón en su discurso.
Moguko había dejado claro lo que quería y con las formas que ella se manejaba. Sayo tan solo se quedó inexpresiva. Ella reverenció nuevamente pero más inclinada y ahora sí dirigiéndose directamente a la persona con la que estaba hablando.
—Sensei, disculpas nuevamente por lo sucedido. — Levantó la cabeza y le miró fijamente a los ojos, con una decisión total. —Quiero ganarme tu confianza y la de mis compañeras, haré lo que sea necesario.
No sabía bien si Ryutaro podía apreciar bien lo que estaba pasando, pero era un logro de los más grandes que la Nara se muestre así frente a alguien. Rara vez, por no decir ninguna, se mostró de tal manera frente a nadie.
«Magnífico.» No le gustaba para nada aceptarlo, pero dentro del pensamiento de uno no hay escapatoria. En sus ojos se reflejaba el respeto que se acababa de ganar el hombre con tan solo unas palabras.
Varias cosas le llegaron a tocar. Una muy buena explicación de la idiosincrasia de Amegakure, de la cual ya varias veces expresó no estar cien por cien de acuerdo, pero tenía un punto muy fuerte el cual no sabía rebatir que era desear el bien ajeno y no lo contrario. Sobre todas las cosas, también los aspectos de la vida diaria trasladados a deberes más importantes como una batalla. Más aún estando a la vuelta de la esquina la guerra ¿Qué haría ella si debía ir a dar frente a una de esas batallas? ¿Al ser su vida tan desordenada y revoltosa, le afectaría tanto allí? Entró en una gran preocupación con ese pensamiento y era un dilema algo filosófico. Tenía miedo de que el superior tuviera razón en su discurso.
Moguko había dejado claro lo que quería y con las formas que ella se manejaba. Sayo tan solo se quedó inexpresiva. Ella reverenció nuevamente pero más inclinada y ahora sí dirigiéndose directamente a la persona con la que estaba hablando.
—Sensei, disculpas nuevamente por lo sucedido. — Levantó la cabeza y le miró fijamente a los ojos, con una decisión total. —Quiero ganarme tu confianza y la de mis compañeras, haré lo que sea necesario.
No sabía bien si Ryutaro podía apreciar bien lo que estaba pasando, pero era un logro de los más grandes que la Nara se muestre así frente a alguien. Rara vez, por no decir ninguna, se mostró de tal manera frente a nadie.