16/06/2022, 23:15
Aotsuki Zetsuo tensó el cuerpo, preparándose para la inminente arremetida que habría de llegar. Pero, antes de que llegara a producirse, una voz les sobresaltó. Una voz que ninguno de los dos habría esperado escuchar en aquel lugar, ni en aquel momento.
—¡Hola!
Padre e hija abrieron los ojos como platos al unísono, y sólo por un instante se pudo apreciar el parecido familiar que ambos podrían guardar. Uchiha Datsue acababa de plantarse en mitad de Amegakure como si nada. Y estaba acompañado de Amedama Daruu.
—¿Alguien ha dicho de hacerse un dos contra dos? —Sonrió, mirando a Ayame—. Me alegro de volver a verte, amiga.
El médico le dirigió una afilada mirada a su acompañante. Sabía de todos los tejemanejes en los que se habían enzarzado su hija y él, sabía de todos los problemas en los que la había metido por dejarse llevar por su pico de oro, había sido testigo del espectáculo que ambos habían dado en el examen de Chūnin. Si algo debía decir al respecto de Datsue, todo podría resumirse en que no era una grata presencia frente a sus ojos. Y si sabía algo de la reconciliación entre ambos, desde luego prefería ignorarla.
—¿Qué cojones significa esto? ¿Qué mierda de broma es esta? ¿Qué hace este i...?
—Como podéis ver, el nivel de los Uzukage ha descendido dramáticamente.
La boca de Zetsuo se quedó colgante de su mandíbula. Ayame se había quedado aún más lívida que antes, pero se volvió hacia el Uchiha, con los ojos cargados de sombríos interrogantes. ¿Uzukage? ¿Uchiha Datsue era el sucesor de Sarutobi Hanabi? Zetsuo fue más allá: clavó sus ojos sin pupila en el muchacho, pero su mirada fue mucho más allá, tanteando sus memorias con la delicadeza de un bisturí en sus manos de cirujano. Y, entonces, carraspeó.
—Es cierto —gruñó, unos segundos después. Casi a regañadientes, inclinó la cabeza—. Discúlpeme, Uzukage-sama. No conocía la noticia de su ascenso.
Ayame, algo por detrás, los miraba alternativamente a todos como si no supiese bien cómo debía actuar.
—¡Hola!
Padre e hija abrieron los ojos como platos al unísono, y sólo por un instante se pudo apreciar el parecido familiar que ambos podrían guardar. Uchiha Datsue acababa de plantarse en mitad de Amegakure como si nada. Y estaba acompañado de Amedama Daruu.
—¿Alguien ha dicho de hacerse un dos contra dos? —Sonrió, mirando a Ayame—. Me alegro de volver a verte, amiga.
El médico le dirigió una afilada mirada a su acompañante. Sabía de todos los tejemanejes en los que se habían enzarzado su hija y él, sabía de todos los problemas en los que la había metido por dejarse llevar por su pico de oro, había sido testigo del espectáculo que ambos habían dado en el examen de Chūnin. Si algo debía decir al respecto de Datsue, todo podría resumirse en que no era una grata presencia frente a sus ojos. Y si sabía algo de la reconciliación entre ambos, desde luego prefería ignorarla.
—¿Qué cojones significa esto? ¿Qué mierda de broma es esta? ¿Qué hace este i...?
—Como podéis ver, el nivel de los Uzukage ha descendido dramáticamente.
La boca de Zetsuo se quedó colgante de su mandíbula. Ayame se había quedado aún más lívida que antes, pero se volvió hacia el Uchiha, con los ojos cargados de sombríos interrogantes. ¿Uzukage? ¿Uchiha Datsue era el sucesor de Sarutobi Hanabi? Zetsuo fue más allá: clavó sus ojos sin pupila en el muchacho, pero su mirada fue mucho más allá, tanteando sus memorias con la delicadeza de un bisturí en sus manos de cirujano. Y, entonces, carraspeó.
—Es cierto —gruñó, unos segundos después. Casi a regañadientes, inclinó la cabeza—. Discúlpeme, Uzukage-sama. No conocía la noticia de su ascenso.
Ayame, algo por detrás, los miraba alternativamente a todos como si no supiese bien cómo debía actuar.