7/08/2022, 18:56
Daruu suspiró. A él las ganas de acción se le habían quitado hacía mucho tiempo. Había querido vengar a Yui, claro. Todavía quería. Pero ahora mismo le preocupaba más el estado de Ayame, que ni siquiera era capaz de hablar por sí misma.
El Hyūga no había intercambiado muchas palabras con Shukaku. La última vez que recordaba escucharle hablar —y no estaba seguro de haberlo hecho—, había certificado que era exactamente como Kokuō le había descrito: sádico, impredecible. Pero Datsue confiaba en él, y eso le bastaba.
Los bijū intercambiaron un breve diálogo. Daruu se sintió como una hormiga entre gigantes. Pero dado que él no tenía a nadie que hablara por él, se vio animado a participar.
—Ya ves, qué locura. No sé cómo lo ha permitido el Consejo de Sabios Uzumaki. ¿Les ha sobornado, Shukaku? ¿De cuánto estamos hablando? —Daruu fingió quedarse pensativo unos segundos—. Ahhhh, no. No creo que Datsue se hubiese dejado de aferrar a esos billetes por un sombrero nuevo.
El Hyūga no había intercambiado muchas palabras con Shukaku. La última vez que recordaba escucharle hablar —y no estaba seguro de haberlo hecho—, había certificado que era exactamente como Kokuō le había descrito: sádico, impredecible. Pero Datsue confiaba en él, y eso le bastaba.
Los bijū intercambiaron un breve diálogo. Daruu se sintió como una hormiga entre gigantes. Pero dado que él no tenía a nadie que hablara por él, se vio animado a participar.
—Ya ves, qué locura. No sé cómo lo ha permitido el Consejo de Sabios Uzumaki. ¿Les ha sobornado, Shukaku? ¿De cuánto estamos hablando? —Daruu fingió quedarse pensativo unos segundos—. Ahhhh, no. No creo que Datsue se hubiese dejado de aferrar a esos billetes por un sombrero nuevo.