29/09/2022, 17:17
Daruu era inoportuno, pero resolutivo. Por tanto, fingió atragantarse con su propia saliva, dobló la espalda y tosió un par de veces, ganando el suficiente tiempo para ser salvado por la labia de Uchiha Datsue... y sorprendido por su repentina sugerencia.
El Hyūga rio.
—¿Ganarle una carrera a Ayame? ¿En Amegakure? Vas a perder el dinero, amigo... —dijo, y sin embargo, observando que las palabras estaban empezando a hacer efecto en Ayame, añadió—. Qué coño, venga. Si pierdes, lo pagamos a medias. ¡Eh, eh, eh, TRAMPA! ¡ESPERA! —Ayame, llena de una inusitada determinación, había señalado la cima de la Torre de la Arashikage. Y a pesar de haber dicho esto, Daruu se giró hacia Datsue y le dedicó una sonrisa antes de comenzar—. Gracias.
No había reglas, de modo que Daruu se dio la vuelta rápidamente, levantó un pie y ¡zum!, desapareció de la vista del Uzukage dejando tras de sí una nube de vapor de agua ascendente. Si Datsue tenía buena vista —créanme, de eso podía presumir—, se daría cuenta que el Shunshin no Jutsu de Daruu le había llevado a la cima del murete del parque, y de allí a una tubería cercana. Después comenzó a saltar de tubería a tubería, como un ninja de la antigua villa de Konohagakure lo habría hecho de árbol en árbol.
Solo que las tuberías eran traicioneras. Muchas de ellas eran resbaladizas, otras elásticas. Cuando uno vivía en Amegakure, estaba acostumbrado a reconocerlas, y además Daruu contaba con una ventaja inestimable: el Byakugan, que le permitía adelantarse al tráfico de las calles, a la viabilidad de pasar por las paredes de una torre o no, y a los lugares por donde podía ir ascendiendo. Pues la meta era el punto más alto de la villa.
Estaba también el peso del agua de la lluvia. Datsue se daría cuenta enseguida de que, a pesar de ser más rápido que Daruu, los amejin estaban acostumbrados a moverse con la ropa completamente seca, y los párpados siendo constantemente empañados por la tormenta. Quizás podría arreglárselas para alcanzarle, pero jamás adelantaría a Ayame.
Por supuesto, Daruu estaba convencido de que no pretendía hacerlo.
El Hyūga rio.
—¿Ganarle una carrera a Ayame? ¿En Amegakure? Vas a perder el dinero, amigo... —dijo, y sin embargo, observando que las palabras estaban empezando a hacer efecto en Ayame, añadió—. Qué coño, venga. Si pierdes, lo pagamos a medias. ¡Eh, eh, eh, TRAMPA! ¡ESPERA! —Ayame, llena de una inusitada determinación, había señalado la cima de la Torre de la Arashikage. Y a pesar de haber dicho esto, Daruu se giró hacia Datsue y le dedicó una sonrisa antes de comenzar—. Gracias.
No había reglas, de modo que Daruu se dio la vuelta rápidamente, levantó un pie y ¡zum!, desapareció de la vista del Uzukage dejando tras de sí una nube de vapor de agua ascendente. Si Datsue tenía buena vista —créanme, de eso podía presumir—, se daría cuenta que el Shunshin no Jutsu de Daruu le había llevado a la cima del murete del parque, y de allí a una tubería cercana. Después comenzó a saltar de tubería a tubería, como un ninja de la antigua villa de Konohagakure lo habría hecho de árbol en árbol.
Solo que las tuberías eran traicioneras. Muchas de ellas eran resbaladizas, otras elásticas. Cuando uno vivía en Amegakure, estaba acostumbrado a reconocerlas, y además Daruu contaba con una ventaja inestimable: el Byakugan, que le permitía adelantarse al tráfico de las calles, a la viabilidad de pasar por las paredes de una torre o no, y a los lugares por donde podía ir ascendiendo. Pues la meta era el punto más alto de la villa.
Estaba también el peso del agua de la lluvia. Datsue se daría cuenta enseguida de que, a pesar de ser más rápido que Daruu, los amejin estaban acostumbrados a moverse con la ropa completamente seca, y los párpados siendo constantemente empañados por la tormenta. Quizás podría arreglárselas para alcanzarle, pero jamás adelantaría a Ayame.
Por supuesto, Daruu estaba convencido de que no pretendía hacerlo.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)