5/10/2022, 13:17
(Última modificación: 5/10/2022, 13:17 por Aotsuki Ayame.)
Ayame se agarró como pudo a Kokuō, utilizando su chakra para fijarse bien a los bruscos vaivenes del cuerpo del bijū.
—Supongo que sabrá que no la voy a llevar así todo el trayecto —refunfuñó Kokuō.
Ayame asintió en silencio. Kokuō era tan rápida como ella misma, pero no pensaba utilizarla como si de un simple corcel se tratara. Además, no era buena idea entrar en las calles de Amegakure cabalgando sobre un bijū. Por mucho que su silueta se pudiera asemejar a la de un caballo, aquella cabeza de cetáceo y las cinco colas ondeando por detrás de su cuerpo harían cundir el pánico de inmediato. Por eso, en el momento en el que abandonaron el parque y antes de que llegaran a cruzarse con la gente de la aldea, Kokuō desapareció de golpe, en apenas una nube de humo que cubrió el cuerpo de Ayame momentáneamente. De esta nube de humo surgió la figura de Ayame que, con cierta torpeza, aterrizó en el suelo intentando seguir la marcha. Pero la inercia la hizo trastabillar, y terminó cayendo al suelo de bruces. Pero antes de que Daruu o Datsue pudieran recortar demasiado las distancias con ella, se forzó a levantarse y seguir corriendo.
Sus oponentes no estaban por la labor de hacer de aquello un paseo sencillo. No muy lejos de su posición, Daruu había comenzado a escalar tuberías y edificios. Y parecía que Datsue se estaba abalanzando sobre el Hyūga montado en una especie de... ¿comadreja de agua? Decidió no pensar demasiado en ello, y les imitó. Sabía a ciencia cierta que era la más rápida de los tres, pero sería tarea imposible moverse a toda velocidad entre las calles de Amegakure, sorteando a los pobres civiles que pasaban tranquilamente por allí. Pegó un salto junto a una pared, y de su espalda surgieron dos masas de agua que se moldearon en forma de alas que le permitieron ascender aún más. Volando era más lenta que corriendo, y puede que aquel movimiento recortara la ventaja que la separaba de Daruu y de Datsue aún más, pero una vez se situó en la azotea de aquel edificio, hizo que se desvanecieran y siguió corriendo, saltando entre tejados y balcones, intentando tomar la ruta más directa hacia la Torre de la Arashikage.
—Supongo que sabrá que no la voy a llevar así todo el trayecto —refunfuñó Kokuō.
Ayame asintió en silencio. Kokuō era tan rápida como ella misma, pero no pensaba utilizarla como si de un simple corcel se tratara. Además, no era buena idea entrar en las calles de Amegakure cabalgando sobre un bijū. Por mucho que su silueta se pudiera asemejar a la de un caballo, aquella cabeza de cetáceo y las cinco colas ondeando por detrás de su cuerpo harían cundir el pánico de inmediato. Por eso, en el momento en el que abandonaron el parque y antes de que llegaran a cruzarse con la gente de la aldea, Kokuō desapareció de golpe, en apenas una nube de humo que cubrió el cuerpo de Ayame momentáneamente. De esta nube de humo surgió la figura de Ayame que, con cierta torpeza, aterrizó en el suelo intentando seguir la marcha. Pero la inercia la hizo trastabillar, y terminó cayendo al suelo de bruces. Pero antes de que Daruu o Datsue pudieran recortar demasiado las distancias con ella, se forzó a levantarse y seguir corriendo.
Sus oponentes no estaban por la labor de hacer de aquello un paseo sencillo. No muy lejos de su posición, Daruu había comenzado a escalar tuberías y edificios. Y parecía que Datsue se estaba abalanzando sobre el Hyūga montado en una especie de... ¿comadreja de agua? Decidió no pensar demasiado en ello, y les imitó. Sabía a ciencia cierta que era la más rápida de los tres, pero sería tarea imposible moverse a toda velocidad entre las calles de Amegakure, sorteando a los pobres civiles que pasaban tranquilamente por allí. Pegó un salto junto a una pared, y de su espalda surgieron dos masas de agua que se moldearon en forma de alas que le permitieron ascender aún más. Volando era más lenta que corriendo, y puede que aquel movimiento recortara la ventaja que la separaba de Daruu y de Datsue aún más, pero una vez se situó en la azotea de aquel edificio, hizo que se desvanecieran y siguió corriendo, saltando entre tejados y balcones, intentando tomar la ruta más directa hacia la Torre de la Arashikage.