25/10/2022, 02:59
Odorihime, la de cabellos verdes, parecía encontrar mucha gracia en las palabras de Ren.
—Oh, ¿entrenas? Nosotros también tenemos que acoplarnos a los entrenamientos de Suzume —le apuntó con el pulgar, no muy discretamente, aunque a la pelirroja no le importó —. No tenemos el papel hoy, pero la siguiente presentación es en tres días en otro restaurante, en el borde del distrito comercial. Es... Ah... Olvidé el nombre —No le dio mucha importancia y prosiguió con la otra pregunta —. ¿Complicado? ¡Ja! ¿Qué dices, Shao? ¿Es complicado aprender el bajo?
Por primera vez, la bajista habló. Su voz era suave y queda. Era clara, pero daba la impresión de que uno se perdería una frase entera si no le prestaba total atención.
—Será tan complicado como decidas. —dijo con sencillez.
Mientras Suzume se despedía con una enorme sonrisa, Miki se encontraría cara a cara con la chica del suéter por un instante. Y por ese brevísimo momento, la chica fulminaría a la Kaminari con una infernal mirada asesina, como si quisiera cortarle la cabeza mentalmente e incinerarla a pura voluntad.
En cuanto apartara la mirada y se fijara en Suzume, la chica suspiraría y volvería a su expresión nerviosa. Apretó las manos, ocultas bajo las enormes mangas de su suéter, y dio un paso hacia Suzume.
—¡Hola! —Le saludó la cantante —. No sé si mis amigas aprobarán que dé todos los abrazos posibles después de una presentación... Pero lo haremos por esta vez, ¿Te parece? ¿Cómo te llamas?
Suzume hablaba con una enorme alegría, mas la chica pelirrosa no parecía poder encontrar ni las palabras para contestarle, ni la energía para dar el último paso. No estaba a punto de llorar, pero parecía estar abrumada.
—T-Tsu... Bame. — dijo al fin, con voz super queda.
Odorihime parecía querer seguir la plática con Ren, Shao parecía estar neutral ante cualquier conversación, y Suzume estaba dispuesta a abrazar a la chica, prácticamente ignorando a Ren y dando por sentado que las Kaminari irían de vuelta a su lugar.
—¿Tsubame-chan? ¡Qué lindo nombre? Uh... ¿Te encuentras bien, Tsubame-chan?
—Oh, ¿entrenas? Nosotros también tenemos que acoplarnos a los entrenamientos de Suzume —le apuntó con el pulgar, no muy discretamente, aunque a la pelirroja no le importó —. No tenemos el papel hoy, pero la siguiente presentación es en tres días en otro restaurante, en el borde del distrito comercial. Es... Ah... Olvidé el nombre —No le dio mucha importancia y prosiguió con la otra pregunta —. ¿Complicado? ¡Ja! ¿Qué dices, Shao? ¿Es complicado aprender el bajo?
Por primera vez, la bajista habló. Su voz era suave y queda. Era clara, pero daba la impresión de que uno se perdería una frase entera si no le prestaba total atención.
—Será tan complicado como decidas. —dijo con sencillez.
Mientras Suzume se despedía con una enorme sonrisa, Miki se encontraría cara a cara con la chica del suéter por un instante. Y por ese brevísimo momento, la chica fulminaría a la Kaminari con una infernal mirada asesina, como si quisiera cortarle la cabeza mentalmente e incinerarla a pura voluntad.
En cuanto apartara la mirada y se fijara en Suzume, la chica suspiraría y volvería a su expresión nerviosa. Apretó las manos, ocultas bajo las enormes mangas de su suéter, y dio un paso hacia Suzume.
—¡Hola! —Le saludó la cantante —. No sé si mis amigas aprobarán que dé todos los abrazos posibles después de una presentación... Pero lo haremos por esta vez, ¿Te parece? ¿Cómo te llamas?
Suzume hablaba con una enorme alegría, mas la chica pelirrosa no parecía poder encontrar ni las palabras para contestarle, ni la energía para dar el último paso. No estaba a punto de llorar, pero parecía estar abrumada.
—T-Tsu... Bame. — dijo al fin, con voz super queda.
Odorihime parecía querer seguir la plática con Ren, Shao parecía estar neutral ante cualquier conversación, y Suzume estaba dispuesta a abrazar a la chica, prácticamente ignorando a Ren y dando por sentado que las Kaminari irían de vuelta a su lugar.
—¿Tsubame-chan? ¡Qué lindo nombre? Uh... ¿Te encuentras bien, Tsubame-chan?