8/11/2022, 17:32
—¡No! ¡Sólo estoy invitándote a practicar música! ¡No le hagas caso! —Odorihime pareció molestarse con Suzume, aunque no pudo evitar que un leve sonrojo apareciera en sus mejillas.
Shao no sabía dónde meterse. Por su parte, la pelirroja escuchó a Chika con suma atención.
—¿Un cielo de persona? ¿Idol preciosa? Oh, ya veo... —quiso soltar una risita ante las lindas palabras de la peliazul, pero entendió que su deber como ninja era más importante —. Aunque no creo que Tsubame-chan haya hecho algo así, ¿Verdad?
La pelirrosa negó con la cabeza. Pasados un par mas de segundos, soltó a Suzume, muy lentamente, y se apartó de ella con pasos temerosos. Parecía querer llorar, y respiraba irregularmente, con muchos nervios.
—Soy... Soy la fan número uno de... De Suzume-chan. No le haría daño.
—Lo sé, Tsubame-chan. ¡Muchas gracias! Chika-san es muy amable y sólo quiere asegurarse que todo esté bien. ¿Podrías enseñarnos tus manos, por favor? —pidió con expresión afable.
Tsubame asintió, pero sus manos seguían ocultas en su suéter. Bajó el rostro levemente, aunque sus ojos recorrían todo lo que le rodeaba. Había comenzado a sudar.
—Yo... No le haría daño a Suzume-chan. —repitió, aún sin hacer caso.
Shao no sabía dónde meterse. Por su parte, la pelirroja escuchó a Chika con suma atención.
—¿Un cielo de persona? ¿Idol preciosa? Oh, ya veo... —quiso soltar una risita ante las lindas palabras de la peliazul, pero entendió que su deber como ninja era más importante —. Aunque no creo que Tsubame-chan haya hecho algo así, ¿Verdad?
La pelirrosa negó con la cabeza. Pasados un par mas de segundos, soltó a Suzume, muy lentamente, y se apartó de ella con pasos temerosos. Parecía querer llorar, y respiraba irregularmente, con muchos nervios.
—Soy... Soy la fan número uno de... De Suzume-chan. No le haría daño.
—Lo sé, Tsubame-chan. ¡Muchas gracias! Chika-san es muy amable y sólo quiere asegurarse que todo esté bien. ¿Podrías enseñarnos tus manos, por favor? —pidió con expresión afable.
Tsubame asintió, pero sus manos seguían ocultas en su suéter. Bajó el rostro levemente, aunque sus ojos recorrían todo lo que le rodeaba. Había comenzado a sudar.
—Yo... No le haría daño a Suzume-chan. —repitió, aún sin hacer caso.