Viejos amigos, nueva voz

[Amedama Daruu]

Al mismo tiempo, algo agarró la garganta de Daruu con unas garras y le forzó a callar. El nudo apenas le permitió pronunciar un quejido, y a pesar de que estaba lloviendo y era un gesto inútil, tuvo que anteponer la manga frente a sus ojos porque comenzó a llorar.

Habían sido decenas de días de silencio. Y él había tratado de aparentar ser fuerte, de reprimir sus ganas de llorar. Pero toda aquella aldea parecía más gris que nunca desde que Yui había muerto.

¿Lo notaría un extranjero como Datsue? No. ¿Cómo podría hacerlo?

Para él Yui no había sido más que una molestia. Pero si hubiese vivido en Amegakure, seguro que ella le hubiera valorado.

—Datsue... en esta aldea no llueve. Nuestro dios llora.