22/01/2023, 21:13
—Tú eres el experto en técnicas de sellado, no nosotros —dijo Daruu, que miraba directamente a Datsue con sus ojos perlados. Pero levantó el dedo índice para añadir—: sin embargo, y esto parece que lo admitió él mismo —Miró de reojo a Ayame—, tener forma humana le confiere alguna que otra ventaja.
Ella asintió, sombría, corroborando las palabras de su compañero.
—Sabemos que fue capaz de alterar el sello de Ayame para revertirlo, e hizo falta la ayuda de vuestro Consejo de Sabios para devolver el sello a la normalidad. No creo que estemos tratando con alguien cualquiera. Sellarle es una opción, ponerle unas esposas y encerrarlo en una mazmorra sería otra, pero acabaría muriendo, y entonces algún día volvería igualmente. Probablemente Kurama tenga un plan A, B y C. Shukaku y Kokuō lo conocerán más que yo, pero... —Daruu desvió la mirada, molesto—. No sé. Quizás si vuelve en forma de bijuu, en un futuro, sea más fácil pararle los pies que con la habilidad de hacer técnicas. Quién sabe las trampas que tiene preparadas. He visto a gente volver del otro lado con Fūin, y yo mismo fui poseído por un Dios de la Muerte.
—Se supone que ya volvió esta última vez en forma de bijū, y nadie se dio cuenta. Ni del dónde, ni del cuándo. —Agregó Datsue—. No me malinterpretéis, no tengo la solución. Desde luego no creo que un sellado fuese a solucionar nada, solo a retrasar lo inevitable. No… No sé qué deberíamos hacer, chicos. Y si no se nos ha ocurrido nada para cuando tengamos la oportunidad, entonces sí, matémosle y acabemos con esto. Pero voy a intentarlo. Lo estoy intentando, todas las noches. En la ducha, en esos momentos de inspiración. Lo intento: buscar la solución definitiva. Os avisaré si un día tengo suerte —terminó, con una sonrisa.
Ayame suspiró con pesar.
—Estamos... en un callejón sin salida —expuso, hundiendo los hombros—. Quizás... la única solución que tenemos es terminar con él antes de que erradique nuestro mundo tal y como lo conocemos... y rezar para que en un futuro, los que nos sucedan, tengan una alternativa mejor...
Se sentía frustrada y triste. No parecía haber una solución idónea a aquel rompecabezas, y cada vez que salía el tema a relucir tenía que luchar contra sus propios demonios para no dejar que la consumieran de nuevo.
Ella asintió, sombría, corroborando las palabras de su compañero.
—Sabemos que fue capaz de alterar el sello de Ayame para revertirlo, e hizo falta la ayuda de vuestro Consejo de Sabios para devolver el sello a la normalidad. No creo que estemos tratando con alguien cualquiera. Sellarle es una opción, ponerle unas esposas y encerrarlo en una mazmorra sería otra, pero acabaría muriendo, y entonces algún día volvería igualmente. Probablemente Kurama tenga un plan A, B y C. Shukaku y Kokuō lo conocerán más que yo, pero... —Daruu desvió la mirada, molesto—. No sé. Quizás si vuelve en forma de bijuu, en un futuro, sea más fácil pararle los pies que con la habilidad de hacer técnicas. Quién sabe las trampas que tiene preparadas. He visto a gente volver del otro lado con Fūin, y yo mismo fui poseído por un Dios de la Muerte.
—Se supone que ya volvió esta última vez en forma de bijū, y nadie se dio cuenta. Ni del dónde, ni del cuándo. —Agregó Datsue—. No me malinterpretéis, no tengo la solución. Desde luego no creo que un sellado fuese a solucionar nada, solo a retrasar lo inevitable. No… No sé qué deberíamos hacer, chicos. Y si no se nos ha ocurrido nada para cuando tengamos la oportunidad, entonces sí, matémosle y acabemos con esto. Pero voy a intentarlo. Lo estoy intentando, todas las noches. En la ducha, en esos momentos de inspiración. Lo intento: buscar la solución definitiva. Os avisaré si un día tengo suerte —terminó, con una sonrisa.
Ayame suspiró con pesar.
—Estamos... en un callejón sin salida —expuso, hundiendo los hombros—. Quizás... la única solución que tenemos es terminar con él antes de que erradique nuestro mundo tal y como lo conocemos... y rezar para que en un futuro, los que nos sucedan, tengan una alternativa mejor...
Se sentía frustrada y triste. No parecía haber una solución idónea a aquel rompecabezas, y cada vez que salía el tema a relucir tenía que luchar contra sus propios demonios para no dejar que la consumieran de nuevo.