27/03/2023, 19:12
Hana subió como el mercurio dentro del termometro cuando llega el verano hasta el despacho de su kage. La había mandado llamar sin darle mucho contexto. La última vez que había estado allí se había llevado una buena bronca y una explosión en la espalda, así que no estaba especialmente contenta.
Sin embargo, el deber era el deber y no iba hacer esperar a su kage ni un segundo más de lo necesario. Llamó a la puerta y esperó a que Datsue le diese paso, entreabriendo y asomando la cabeza lentamente si así era.
— ¿Me ha mandado llamar, Uzukage-sama? — sabía que a Datsue le chirriaban los honorificos, pero prefería tratarlo con la mayor formalidad posible a menos que estuvieran a solas.
¿Qué pensarían de ella si iba por ahí tratando a su kage de tú?
Sin embargo, el deber era el deber y no iba hacer esperar a su kage ni un segundo más de lo necesario. Llamó a la puerta y esperó a que Datsue le diese paso, entreabriendo y asomando la cabeza lentamente si así era.
— ¿Me ha mandado llamar, Uzukage-sama? — sabía que a Datsue le chirriaban los honorificos, pero prefería tratarlo con la mayor formalidad posible a menos que estuvieran a solas.
¿Qué pensarían de ella si iba por ahí tratando a su kage de tú?