17/02/2016, 11:35
(Última modificación: 17/02/2016, 11:35 por Uzumaki Eri.)
Quitando la ensoñación de Nabi sobre los capones cargados de chakra, el de la kunoichi fue un capón que a penas dolía un punto de vitalidad, pero bueno, estaba delirante, había que dejarlo estar. Lo peor de todo es que el Uchiha parecía... ¿Drogado? ¿Qué se suponía que daban en aquel hospital? ¿el gotero sería una especie de droga? ¿DABAN MORFINA? ''Eri... Relájate, es Nabi, ya sabes como era Nabi antes de ser Uchiha'' PERO SI NABI SIEMPRE HA SIDO UCHIHA. Dios, dejó a un lado sus miedos y comenzó a contestar a todo lo que había dicho el rubio, a ver si poco a poco soltaba información valiosa... O al menos, información de verdad.
De lo que no se había dado cuenta, es que en su interior ya no se encontraba el sentimiento de preocupación que había llevado consigo, estaba aliviada y podría decirse que... ¿Feliz? Después de el combate que había disputado contra Kazuma.
- Pero, ¿como un chicle o como el algodon de azucar?
-`Es rosa como el algodón de azúcar, rosa pálido, ¿no lo recuerdas? - Negó varias veces con la cabeza mientras seguía escuchando sus delirios. -Kazuma no ha muerto, si bien está... Malherido, y lo siento, quizás me pasé... - susurró, apenada, mientras agachaba la cabeza. -¡Pero es que es un caracaca! - Reprochó mientras reprimía alguna que otra lágrima causada por recordar la promesa que no llevó a cabo, ignorando el comentario sobre Juro y sus intereses sexuales por el Ishimura.
-Shhhhh, Hachiko Daruu es un shinobi digno de su reputación, tiene el poder de... de... transformarse en muebles... él es la madera y la madera es él. Nunca te fies de las mesas... Las mesas son Daruu. - el Uchiha miró el único mueble hecho de madera de la sala, sin embargo no sabía con exactitud como definir el sentimiento que éstos trasmitían. -Pero no te preocupes, no tiene fuerza ni para levantar un vaso de agua, usa pajitas siempre y aún así necesita las dos manos para coger una pajita.
-Lo que me estás diciendo es que Hachiko Daruu tiene el poder de... Manipular la madera a su antojo. - Un recuerdo la conmovió, llevándola al viaje que había llevado a cabo para llegar a los Dojos, y a una mirada de color chocolate que también se encontraba en aquel torneo... Y a la persona cuyo nombre no quería acordarse... Negó repetidas veces con la cabeza. -Y... Erm... No tiene fuerza, comprendo. Pero no te preocupes, la mesa no es Daruu. - cogió un shuriken y lo tiró hacia la mesa, haciendo un agujero en ella, luego se levantó y lo recogió de nuevo para guardarlo, para al final acabar sentada sobre la cama otra vez al lado del rubio. - Además, ¡si yo estoy contigo Daruu no volverá a molestarte! - Dijo, sonriéndole.
De lo que no se había dado cuenta, es que en su interior ya no se encontraba el sentimiento de preocupación que había llevado consigo, estaba aliviada y podría decirse que... ¿Feliz? Después de el combate que había disputado contra Kazuma.
- Pero, ¿como un chicle o como el algodon de azucar?
-`Es rosa como el algodón de azúcar, rosa pálido, ¿no lo recuerdas? - Negó varias veces con la cabeza mientras seguía escuchando sus delirios. -Kazuma no ha muerto, si bien está... Malherido, y lo siento, quizás me pasé... - susurró, apenada, mientras agachaba la cabeza. -¡Pero es que es un caracaca! - Reprochó mientras reprimía alguna que otra lágrima causada por recordar la promesa que no llevó a cabo, ignorando el comentario sobre Juro y sus intereses sexuales por el Ishimura.
-Shhhhh, Hachiko Daruu es un shinobi digno de su reputación, tiene el poder de... de... transformarse en muebles... él es la madera y la madera es él. Nunca te fies de las mesas... Las mesas son Daruu. - el Uchiha miró el único mueble hecho de madera de la sala, sin embargo no sabía con exactitud como definir el sentimiento que éstos trasmitían. -Pero no te preocupes, no tiene fuerza ni para levantar un vaso de agua, usa pajitas siempre y aún así necesita las dos manos para coger una pajita.
-Lo que me estás diciendo es que Hachiko Daruu tiene el poder de... Manipular la madera a su antojo. - Un recuerdo la conmovió, llevándola al viaje que había llevado a cabo para llegar a los Dojos, y a una mirada de color chocolate que también se encontraba en aquel torneo... Y a la persona cuyo nombre no quería acordarse... Negó repetidas veces con la cabeza. -Y... Erm... No tiene fuerza, comprendo. Pero no te preocupes, la mesa no es Daruu. - cogió un shuriken y lo tiró hacia la mesa, haciendo un agujero en ella, luego se levantó y lo recogió de nuevo para guardarlo, para al final acabar sentada sobre la cama otra vez al lado del rubio. - Además, ¡si yo estoy contigo Daruu no volverá a molestarte! - Dijo, sonriéndole.
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