24/01/2025, 09:53
La chica de dentro de la forja levantó el arma que estaba martilleando, incapaz de encontrarle más defectos. Justo entonces, la pelirroja del interior de la tienda salió por la puerta lateral, que llevaba abierta todo este rato.
— ¡Kat! ¡Deja de ligotear con todo el mundo! — protestó al instante.
— Llegas tarde, preciosa. La señorita aceites está enamorada. — provocó con media sonrisa.
— Callate y ves a hablar con el repartidor, ha llegado el pedido que hiciste. — dijo señalando a la parte de atrás del local.
— Como te gusta verme dando ordenes. — siguió provocando mientras se levantaba y andaba hacia la otra chica, poniendole una mano en la mejilla y acariciandola. — Cualquiera diria que la relación laboral no es la única que quieres.
La chica escualida intentó darle un codazo, pero Kat la detuvo sin problemas, apartandose y riendose.
— No te preocupes, querida. El negocio es lo único que no te voy a quitar. — dijo mientras se alejaba y desaparecía tras el local.
Finalmente, la chica se giró a Ren. Lo primero que notaría Ren era lo roja que estaba, compitiendo con su anaranjado pelo recogido en una coleta baja. Lo segundo era que se acercaba a ella maldiciendo por lo bajo. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, se detuvo y la miró directamente.
— Bienvenida a la Forja del Loto. Soy Edeleth, la propietaria, la mujer desvergonzada es Katherine, la herrera. He oído que querías comprar algunas cosas. ¿Quieres entrar dentro y mirar o te lo saco aquí mismo? — aunque el cambio había sido excepcional, de la notable molestia a una educación comercial impecable, sus mejillas seguían ardiendo y era palpable que seguía afectada por las palabras de la pelirroja.
— ¡Kat! ¡Deja de ligotear con todo el mundo! — protestó al instante.
— Llegas tarde, preciosa. La señorita aceites está enamorada. — provocó con media sonrisa.
— Callate y ves a hablar con el repartidor, ha llegado el pedido que hiciste. — dijo señalando a la parte de atrás del local.
— Como te gusta verme dando ordenes. — siguió provocando mientras se levantaba y andaba hacia la otra chica, poniendole una mano en la mejilla y acariciandola. — Cualquiera diria que la relación laboral no es la única que quieres.
La chica escualida intentó darle un codazo, pero Kat la detuvo sin problemas, apartandose y riendose.
— No te preocupes, querida. El negocio es lo único que no te voy a quitar. — dijo mientras se alejaba y desaparecía tras el local.
Finalmente, la chica se giró a Ren. Lo primero que notaría Ren era lo roja que estaba, compitiendo con su anaranjado pelo recogido en una coleta baja. Lo segundo era que se acercaba a ella maldiciendo por lo bajo. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, se detuvo y la miró directamente.
— Bienvenida a la Forja del Loto. Soy Edeleth, la propietaria, la mujer desvergonzada es Katherine, la herrera. He oído que querías comprar algunas cosas. ¿Quieres entrar dentro y mirar o te lo saco aquí mismo? — aunque el cambio había sido excepcional, de la notable molestia a una educación comercial impecable, sus mejillas seguían ardiendo y era palpable que seguía afectada por las palabras de la pelirroja.