1/03/2016, 18:22
(Última modificación: 1/03/2016, 18:27 por Uchiha Akame.)
La Yotsuki observó con satisfacción cómo Daruu se acercaba al muñeco de entrenamiento -o, como ella lo llamaba, 'Tonto', porque ni sentía ni se inmutaba- con aire inquisitivo. La sonrisa se le borró del rostro cuando se dio cuenta de que el chico estaba más intrigado por el funcionamiento del Tonto que por su majestuoso Lariat.
—Oye, la técnica me ha parecido impresionante, sin ninguna duda —se explicó Daruu—, pero no sé si el muñeco este me interesa incluso más. ¿Puedes apartarte un poco? ¿Me dejarías probarlo?
Anzu se limitó a apartarse del Tonto, brazos en cruz, y asentir con un escueto subir y bajar de su mentón. Puede que fuese una chica en vías de convertirse en una poderosa kunoichi, de voluntad férrea y capaz de asesinar a cuatro hombres sin pestañear, pero en aquel momento era, más que nada, eso. Una chica. Muy competitiva y -además-, en plena adolescencia. ¡Claro que le había molestado que aquel gennin pasara completamente de su técnica!
-Claro, dale -respondió, lacónicamente-.
El chico de Amegakure se dispuso a cargar otra vez chakra en su mano, tal y como lo había hecho minutos antes. Respondiendo a su orden, la vibrante esfera de energía verde se materializó allí donde él la había convocado, girando como una batidora. La sorpresa no acababa ahí. Con un deje guasón, Daruu formuló un simple sello y del propio suelo surgió un amasijo de ramas y madera pulida; la estructura se retorció de forma parecida a la esfera de entrenamiento de Anzu, hasta asemejarse a un maniquí. ¿Cómo demonios ha hecho eso? Es... ¿madera? Luego recordó cómo había visto a Daruu crear armas perfectamente funcionales a partir de madera, durante su combate con el tal Uchiha, y todo encajó. Así que de algún modo, este tío puede crear y dar forma a la madera... Qué rarito.
Sin más preámbulos, Daruu impactó su esfera contra el muñeco de entrenamiento... Con un resultado muy distinto al que Anzu había podido ver durante el combate oficial. En lugar de propulsar al Tonto por los aires, el chico de Amegakure mantuvo la esfera en contacto con el pecho de su inerte oponente. Como un taladro hidráulico, el Rasengan perforó sin dificultad la madera, hasta que finalmente quedó un bonito agujero en el pecho del Tonto.
Anzu asistió al espectáculo de aquella mortífera técnica cruzada de brazos, sin querer mostrar ni tan sólo una pizca del asombro que sentía. Fue cuando Daruu cerró la mano y aquella esfera se esfumó en el aire, que ella entendió que su enfado no era con aquel muchacho; sino consigo misma. Estaba frustrada, porque sabía que su mejor técnica no era siquiera una sombra de lo que Daruu acababa de enseñarle... Y, quiera que no, era un participante que había caído en la primera ronda. Aunque odiase admitirlo, los que habían pasado tenían que ser incluso más fuertes.
Yo... Yo... No soy para nada tan fuerte como creía. Este tío... Incluso herido ha sido capaz de usar esa técnica. Y es evidente que se contuvo en su combate para no matar al otro chico... Yo...
De repente volvió a la realidad. Daruu le estaba diciendo algo. Ella se limitó a asentir con gesto ausente mientras desentumecía su consciencia.
-Vaya, eso ha sido... -no supo exactamente qué decir-. Impresionante.
¿Impresionante?
Sintió unas ganas tremendas de irse de allí, como si el aire cerca de la plataforma de entrenamiento se hubiese vuelto de repente asfixiante.
-Oye, Daruu-san, creo que no voy a entrenar por hoy -dijo la Yotsuki, visiblemente incómoda y confusa-. Pero... Quisiera agradecerte lo que me has enseñado. ¿Te gusta el ramen? Mi maestro me llevó ayer a comer a un puesto que lo hace de put... muy bien. Venga, que te invito.
—Oye, la técnica me ha parecido impresionante, sin ninguna duda —se explicó Daruu—, pero no sé si el muñeco este me interesa incluso más. ¿Puedes apartarte un poco? ¿Me dejarías probarlo?
Anzu se limitó a apartarse del Tonto, brazos en cruz, y asentir con un escueto subir y bajar de su mentón. Puede que fuese una chica en vías de convertirse en una poderosa kunoichi, de voluntad férrea y capaz de asesinar a cuatro hombres sin pestañear, pero en aquel momento era, más que nada, eso. Una chica. Muy competitiva y -además-, en plena adolescencia. ¡Claro que le había molestado que aquel gennin pasara completamente de su técnica!
-Claro, dale -respondió, lacónicamente-.
El chico de Amegakure se dispuso a cargar otra vez chakra en su mano, tal y como lo había hecho minutos antes. Respondiendo a su orden, la vibrante esfera de energía verde se materializó allí donde él la había convocado, girando como una batidora. La sorpresa no acababa ahí. Con un deje guasón, Daruu formuló un simple sello y del propio suelo surgió un amasijo de ramas y madera pulida; la estructura se retorció de forma parecida a la esfera de entrenamiento de Anzu, hasta asemejarse a un maniquí. ¿Cómo demonios ha hecho eso? Es... ¿madera? Luego recordó cómo había visto a Daruu crear armas perfectamente funcionales a partir de madera, durante su combate con el tal Uchiha, y todo encajó. Así que de algún modo, este tío puede crear y dar forma a la madera... Qué rarito.
Sin más preámbulos, Daruu impactó su esfera contra el muñeco de entrenamiento... Con un resultado muy distinto al que Anzu había podido ver durante el combate oficial. En lugar de propulsar al Tonto por los aires, el chico de Amegakure mantuvo la esfera en contacto con el pecho de su inerte oponente. Como un taladro hidráulico, el Rasengan perforó sin dificultad la madera, hasta que finalmente quedó un bonito agujero en el pecho del Tonto.
Anzu asistió al espectáculo de aquella mortífera técnica cruzada de brazos, sin querer mostrar ni tan sólo una pizca del asombro que sentía. Fue cuando Daruu cerró la mano y aquella esfera se esfumó en el aire, que ella entendió que su enfado no era con aquel muchacho; sino consigo misma. Estaba frustrada, porque sabía que su mejor técnica no era siquiera una sombra de lo que Daruu acababa de enseñarle... Y, quiera que no, era un participante que había caído en la primera ronda. Aunque odiase admitirlo, los que habían pasado tenían que ser incluso más fuertes.
Yo... Yo... No soy para nada tan fuerte como creía. Este tío... Incluso herido ha sido capaz de usar esa técnica. Y es evidente que se contuvo en su combate para no matar al otro chico... Yo...
No sé qué hacer.
De repente volvió a la realidad. Daruu le estaba diciendo algo. Ella se limitó a asentir con gesto ausente mientras desentumecía su consciencia.
-Vaya, eso ha sido... -no supo exactamente qué decir-. Impresionante.
¿Impresionante?
Sintió unas ganas tremendas de irse de allí, como si el aire cerca de la plataforma de entrenamiento se hubiese vuelto de repente asfixiante.
-Oye, Daruu-san, creo que no voy a entrenar por hoy -dijo la Yotsuki, visiblemente incómoda y confusa-. Pero... Quisiera agradecerte lo que me has enseñado. ¿Te gusta el ramen? Mi maestro me llevó ayer a comer a un puesto que lo hace de put... muy bien. Venga, que te invito.