11/03/2016, 19:47
Takeshi hizo un gesto con su mano derecha que parecía indicar 'oído cocina' cuando todos los gennin hubieron pedido su plato de ramen favorito. Inmediatamente empezó a trasladarle las comandas al cocinero, mucho más bajito y gordo que él, y éste a su vez dio potencia a los fogones. Empezaba la magia de 'Los Ramones'; pronto todo el puesto se inundó de olores a fideos cocidos, carne, y especias. Anzu aspiró placenteramente, casi saboreando los aromas, hasta que recordó el hambre que tenía y decidió que era una mala idea seguir fantaseando con un cuenco de Shōyu sin tenerlo cerca.
Los chicos de Amegakure, por su parte, parecían bastante majos. Tanto el guapo -casi afeminado- como Rōjin se mostraron sumamente amigables y educados. Anzu, por su parte, lo correspondió con una actitud jovial y enérgica. Así era ella.
-S-Si, ambos somos de Amegakure ¿Tanto destacamos? -el chico de facciones delicadas rió-. ¿Torneo? Mmmmm... ¿Te refieres aquel en el que estaban compitiendo shinobis como nosotros?
-¡No, claro que no! Me refería a ese certámen de cursilerías que están celebrando justo ahí, a los pies de la estatua -replicó la Yotsuki, riendo ante su propia ironía-. ¡El Torneo, evidentemente, socio! El Torneo de los Dojos, para ser más exactos. Una competición donde los ninjas más poderosos de cada Aldea tratan de honrar a su aldea, su kage y su maestro... Y de paso alcanzar la gloria, la fama, un prestigio inimaginable...
Estaba divagando. Solía ocurrirle cuando pensaba en el Torneo; correspondía a una de las fases de aceptación del hecho de que no había sido invitada. Primero fue la ira, claro, y los muñecos de entrenamiento de la Academia lo habían sufrido en sus propias e inertes carnes; pero ahora sólo quedaba fantasía y resignación.
-Yo me he perdido la oportunidad de participar supongo... aunque quizás haya sido para mejor, no creo que mi lugar sean las arenas... Por otro lado pareces una persona bastante fuerte ¿qué pasó que no entraste en el torneo?
El que había hablado decía llamarse Manase Mogura o, como Anzu le había bautizado, 'Rōjin'. La pregunta escoció como sal en una herida profunda.
-Bueno... Digamos que mi maestro no quería que todo el mundo viera las técnicas que me ha enseñado, y... Claro... Son muy secretas, así que... Ya sabes...
Anzu no era una mentirosa. Ni siquiera una mediocre. Se atrancaba y le costaba pensar excusas creíbles cuando había poco tiempo para reaccionar, como si estuviese en un concurso de respuestas con sólo unos pocos segundos en el contador. Además, para qué negarlo: la avergonzaba admitir que su kage no la había considerado para el evento.
-¡Bueno! ¿Y qué os parece este sitio? 'Los Dojos del Combatiente', nada mal, ¿eh? No me importaría quedarme una temporada, incluso si terminara el Torneo. En este sitio hay todo tipo de cosas alucinantes.
Los chicos de Amegakure, por su parte, parecían bastante majos. Tanto el guapo -casi afeminado- como Rōjin se mostraron sumamente amigables y educados. Anzu, por su parte, lo correspondió con una actitud jovial y enérgica. Así era ella.
-S-Si, ambos somos de Amegakure ¿Tanto destacamos? -el chico de facciones delicadas rió-. ¿Torneo? Mmmmm... ¿Te refieres aquel en el que estaban compitiendo shinobis como nosotros?
-¡No, claro que no! Me refería a ese certámen de cursilerías que están celebrando justo ahí, a los pies de la estatua -replicó la Yotsuki, riendo ante su propia ironía-. ¡El Torneo, evidentemente, socio! El Torneo de los Dojos, para ser más exactos. Una competición donde los ninjas más poderosos de cada Aldea tratan de honrar a su aldea, su kage y su maestro... Y de paso alcanzar la gloria, la fama, un prestigio inimaginable...
Estaba divagando. Solía ocurrirle cuando pensaba en el Torneo; correspondía a una de las fases de aceptación del hecho de que no había sido invitada. Primero fue la ira, claro, y los muñecos de entrenamiento de la Academia lo habían sufrido en sus propias e inertes carnes; pero ahora sólo quedaba fantasía y resignación.
-Yo me he perdido la oportunidad de participar supongo... aunque quizás haya sido para mejor, no creo que mi lugar sean las arenas... Por otro lado pareces una persona bastante fuerte ¿qué pasó que no entraste en el torneo?
El que había hablado decía llamarse Manase Mogura o, como Anzu le había bautizado, 'Rōjin'. La pregunta escoció como sal en una herida profunda.
-Bueno... Digamos que mi maestro no quería que todo el mundo viera las técnicas que me ha enseñado, y... Claro... Son muy secretas, así que... Ya sabes...
Anzu no era una mentirosa. Ni siquiera una mediocre. Se atrancaba y le costaba pensar excusas creíbles cuando había poco tiempo para reaccionar, como si estuviese en un concurso de respuestas con sólo unos pocos segundos en el contador. Además, para qué negarlo: la avergonzaba admitir que su kage no la había considerado para el evento.
-¡Bueno! ¿Y qué os parece este sitio? 'Los Dojos del Combatiente', nada mal, ¿eh? No me importaría quedarme una temporada, incluso si terminara el Torneo. En este sitio hay todo tipo de cosas alucinantes.