14/03/2016, 23:07
Kazuma demostró lo acostumbrado que estaba a esta ciudad, donde la iluminación es mucha en algunos lugares y poca en otros, al leer lo que había impregnado en la lata que contenía la bebida. Y si eso era mucho, siguió la broma del rubio, que cuando la escuchó dejó largar una simpática carcajada. Luego le dio otro sorbo a la bebida que, para su desgracia, no le gustaba mucho. Su paladar estaba acostumbrado a las pobres recetas de su abuela, que aún le sigue cocinando a pesar de su discapacidad. Uno de los pocos dotes que no perdió, pero sí que empeoró. Arroz quemado y salchichas quemadas son solo el comienzo.
El dulce y a la vez sabor de la extraña cerveza sin alcohol saborizada con algún vegetal que Hei entendió como lechuga, le hacía un desmadre en su paladar. Se la tomaría rápido, no la disfrutaría como lo parecía ser su compañero de banca.
—Dime, Rokuro Hei. ¿Qué te ha traído a una ciudad como esta? — Y de la nada, habló el morocho.
Dios salve a esos que ahorran el favor de encontrar un tema de conversación. Hay quienes tienen sus momentos de timidez y nerviosismo y que no saben que sería lo mejor para charlar. Hoy vos, mañana yo. Uno de los principios de las relaciones. Capaz algún día era Hei quién tomaba el rol de hombre cortés que invita bebidas y se ve carismático.
— No estoy aquí por trabajo. Ni por placer. Tampoco por deber. — Bebió de su lata, creyó que aparentar acabarse los 350ml con rapidez a medida que hablaba se vería cool. — Estoy acompañando a un familiar. — Continuó despreocupado. — Es un favor que le hago, pues no está en las mejores condiciones. — Dijo recogiéndose de hombros. — Se cansó y ahora está durmiendo. Yo no soy de los que duermen con facilidad. La almohada me hace preguntas a la noche. Y, por si se te pasaba por la cabeza, salí con mi bandana y portaobjetos por si las moscas. Ya sabes como es el oficio. — Kazuma no alcanzaría a ver su portaobjetos, que estaba atado en su pierna derecha. — ¿Y vos? — Siguió bebiendo.
El dulce y a la vez sabor de la extraña cerveza sin alcohol saborizada con algún vegetal que Hei entendió como lechuga, le hacía un desmadre en su paladar. Se la tomaría rápido, no la disfrutaría como lo parecía ser su compañero de banca.
—Dime, Rokuro Hei. ¿Qué te ha traído a una ciudad como esta? — Y de la nada, habló el morocho.
Dios salve a esos que ahorran el favor de encontrar un tema de conversación. Hay quienes tienen sus momentos de timidez y nerviosismo y que no saben que sería lo mejor para charlar. Hoy vos, mañana yo. Uno de los principios de las relaciones. Capaz algún día era Hei quién tomaba el rol de hombre cortés que invita bebidas y se ve carismático.
— No estoy aquí por trabajo. Ni por placer. Tampoco por deber. — Bebió de su lata, creyó que aparentar acabarse los 350ml con rapidez a medida que hablaba se vería cool. — Estoy acompañando a un familiar. — Continuó despreocupado. — Es un favor que le hago, pues no está en las mejores condiciones. — Dijo recogiéndose de hombros. — Se cansó y ahora está durmiendo. Yo no soy de los que duermen con facilidad. La almohada me hace preguntas a la noche. Y, por si se te pasaba por la cabeza, salí con mi bandana y portaobjetos por si las moscas. Ya sabes como es el oficio. — Kazuma no alcanzaría a ver su portaobjetos, que estaba atado en su pierna derecha. — ¿Y vos? — Siguió bebiendo.