15/03/2016, 18:43
La Yotsuki se cubrió el torso por puro instinto nada más sentir el empuje de aquel tipo abalanzándose sobre ella. Cayó al suelo de espaldas, golpeándose con los adoquines que pavimentaban la calle; por suerte, pudo elevar ligeramente la cabeza para que ninguno le impactara en una zona sensible del cráneo. El asaltante forcejeó, frenético, cuando Anzu trató de agarrarle ambas muñecas. Pese a que no era corpulento, sino todo lo contrario, tenía una fuerza singular, alimentada por el ansia ciega que lo poseía. Más que una persona, parecía una bestia famélica y enloquecida.
-¡Puto... Cabrón... De... Los... Huevos!
Haciendo acopio de fuerza en una de sus piernas, y concentrando un poco de chakra para ayudarse, la kunoichi le propinó al tipo un rodillazo en las costillas que le hizo soltar un bufido ahogado. Pero ni por esas aflojó un momento el enloquecido forcejeo al que la sometía. ¡Datsue-san, me cago en todos los dioses de Onindo, haz algo de una puta vez!
El Uchiha parecía haber escuchado sus plegarias, porque llegó como la caballería y, de una patada, le quitó al asaltante el cuchillo herrumbroso con el que quería ensartar a la pobre Yotsuki. Casi de seguido se montó sobre el tipo, sacando un kunai de su portaobjetos y dándole buen uso; la escena pareció detenerse un momento cuando el acero de Datsue brilló en la oscuridad del callejón.
-¡Cuidado con lo que haces! -exclamó el Uchiha-.
¿Cuidado? ¿¡Cuidado!?
Anzu no esperó a tener una segunda oportunidad. Notando como por un momento su asaltante había cedido terreno, aprovechó la ocasión; cargó chakra en su brazo derecho y lanzó un furioso puñetazo directo a la cara del agresor. Notó crujir de huesos cuando sus nudillos golpearon al objetivo, aunque en la oscuridad casi total del callejón era imposible saber dónde exactamente había acertado. Lo que sí pudo comprobar con certeza, fue que el tipo reanudaba sus esfuerzos, agarrando la muñeca con la que Datsue sostenía el kunai -con inusitada firmeza- y echando la cabeza hacia atrás para intentar darle un cabezazo en plena nariz al joven Uchiha.
-¡Datsue-san, joder, quítamelo de encima! ¡Me estáis aplastando entre los dos!
-¡Puto... Cabrón... De... Los... Huevos!
Haciendo acopio de fuerza en una de sus piernas, y concentrando un poco de chakra para ayudarse, la kunoichi le propinó al tipo un rodillazo en las costillas que le hizo soltar un bufido ahogado. Pero ni por esas aflojó un momento el enloquecido forcejeo al que la sometía. ¡Datsue-san, me cago en todos los dioses de Onindo, haz algo de una puta vez!
El Uchiha parecía haber escuchado sus plegarias, porque llegó como la caballería y, de una patada, le quitó al asaltante el cuchillo herrumbroso con el que quería ensartar a la pobre Yotsuki. Casi de seguido se montó sobre el tipo, sacando un kunai de su portaobjetos y dándole buen uso; la escena pareció detenerse un momento cuando el acero de Datsue brilló en la oscuridad del callejón.
-¡Cuidado con lo que haces! -exclamó el Uchiha-.
¿Cuidado? ¿¡Cuidado!?
Anzu no esperó a tener una segunda oportunidad. Notando como por un momento su asaltante había cedido terreno, aprovechó la ocasión; cargó chakra en su brazo derecho y lanzó un furioso puñetazo directo a la cara del agresor. Notó crujir de huesos cuando sus nudillos golpearon al objetivo, aunque en la oscuridad casi total del callejón era imposible saber dónde exactamente había acertado. Lo que sí pudo comprobar con certeza, fue que el tipo reanudaba sus esfuerzos, agarrando la muñeca con la que Datsue sostenía el kunai -con inusitada firmeza- y echando la cabeza hacia atrás para intentar darle un cabezazo en plena nariz al joven Uchiha.
-¡Datsue-san, joder, quítamelo de encima! ¡Me estáis aplastando entre los dos!