16/03/2016, 01:56
El Ishimura continuó disfrutando lentamente de su "cerveza" helada mientras escuchaba lo que el rubio tenía para contar.
Su motivo de estadía nada tenía que ver con negocios, recreación u obligación de su oficio. La forma en que apresuró su bebida le daba a entender que aún había más por relatar. Todo su móvil giraba alrededor de acompañar a un familiar que no estaba en condiciones de andar viajando solo. Por otra parte aseguraba que le era difícil conciliar el sueño temprano, por lo que tenía sentido que saliera a buscar algo que hacer mientras que llegaba el momento oportuno para dormir.
—¿Y vos? —Preguntó mientras daba fin al contenido de la lata.
—¿Yo? —Pensó un momento en cómo expresar su respuesta—. La verdad es que aun no tengo idea —Aseguro levantando los hombros en señal de desconocimiento—. Me encontraba de regresos a mi país y decidí pasar por aquí a comprar algunas provisiones para lo que restaba de viaje, pero entonces recibí un mensaje de mi maestro, pidiendo que me quedara aquí apostado esperando instrucciones.
Aunque su cara no lo demostrara, aquello le molestaba bastante. Ya había tenido muchos problemas por el camino y ahora solo deseaba volver a casa lo más rápidamente posible. Claro, la espera hubiese sido más agradable de encontrarse en un pequeño y apacible pueblo. Pero no, justamente tenía que estar detenido en la ciudad más activa y viciosa que había visto en su corta vida.
«Aunque viéndole el lado bueno…» —Se imaginaba la sorpresa de Naomi en cuanto lo viera. Tenía planeado aprender un poco de su trabajo temporal, al menos lo suficiente como para poder preparar un plato sencillo y sabroso.
—Y, por si se te pasaba por la cabeza, salí con mi bandana y portaobjetos por si las moscas. Ya sabes cómo es el oficio. —Recordó lo dicho por su acompañante de banca.
—Oye… ¿Siempre llevas la placa contigo? —Preguntó señalando con la lata hacia la frente de Hei—. Es que yo he estado pensando en usarla un poco menos cuando salgo del país… No es que me avergüence ni nada, pero cuando la tengo puesta es como si tuviera un cartel que dice “Si quiere problemas y peleas, pregunte aquí".
Kazuma jamás ha sido alguien muy patriótico o amante de su país, pero ciertamente era muy respetuoso con las costumbres. El ver como sus compañeros y superiores usaban la insignia de la espiral con tanto orgullo, le hacía sentir muy culpable cuando pensaba en que ocultarla sería lo mejor. Quizás la opinión de alguien que provenía de una aldea con costumbres distintas pudiera aliviar su pesar.
Su motivo de estadía nada tenía que ver con negocios, recreación u obligación de su oficio. La forma en que apresuró su bebida le daba a entender que aún había más por relatar. Todo su móvil giraba alrededor de acompañar a un familiar que no estaba en condiciones de andar viajando solo. Por otra parte aseguraba que le era difícil conciliar el sueño temprano, por lo que tenía sentido que saliera a buscar algo que hacer mientras que llegaba el momento oportuno para dormir.
—¿Y vos? —Preguntó mientras daba fin al contenido de la lata.
—¿Yo? —Pensó un momento en cómo expresar su respuesta—. La verdad es que aun no tengo idea —Aseguro levantando los hombros en señal de desconocimiento—. Me encontraba de regresos a mi país y decidí pasar por aquí a comprar algunas provisiones para lo que restaba de viaje, pero entonces recibí un mensaje de mi maestro, pidiendo que me quedara aquí apostado esperando instrucciones.
Aunque su cara no lo demostrara, aquello le molestaba bastante. Ya había tenido muchos problemas por el camino y ahora solo deseaba volver a casa lo más rápidamente posible. Claro, la espera hubiese sido más agradable de encontrarse en un pequeño y apacible pueblo. Pero no, justamente tenía que estar detenido en la ciudad más activa y viciosa que había visto en su corta vida.
«Aunque viéndole el lado bueno…» —Se imaginaba la sorpresa de Naomi en cuanto lo viera. Tenía planeado aprender un poco de su trabajo temporal, al menos lo suficiente como para poder preparar un plato sencillo y sabroso.
—Y, por si se te pasaba por la cabeza, salí con mi bandana y portaobjetos por si las moscas. Ya sabes cómo es el oficio. —Recordó lo dicho por su acompañante de banca.
—Oye… ¿Siempre llevas la placa contigo? —Preguntó señalando con la lata hacia la frente de Hei—. Es que yo he estado pensando en usarla un poco menos cuando salgo del país… No es que me avergüence ni nada, pero cuando la tengo puesta es como si tuviera un cartel que dice “Si quiere problemas y peleas, pregunte aquí".
Kazuma jamás ha sido alguien muy patriótico o amante de su país, pero ciertamente era muy respetuoso con las costumbres. El ver como sus compañeros y superiores usaban la insignia de la espiral con tanto orgullo, le hacía sentir muy culpable cuando pensaba en que ocultarla sería lo mejor. Quizás la opinión de alguien que provenía de una aldea con costumbres distintas pudiera aliviar su pesar.