18/03/2016, 16:34
La Yotsuki esbozó una mueca de pocos amigos cuando el chico guapo intentó endosarle a ella la culpa por sus ruidosos intestinos. Levantando un puño, cerrado y firme, en señal claramente amenazadora, la kunoichi advirtió sin palabras que no era chica para bromas. No es que Anzu careciese de sentido del humor, pero tendía a ser recelosa y escéptica con los extraños. No le gustaba que se tomaran confianzas, y menos aquel chico dramático y gritón. ¿Cómo demonios aprobarán el examen candidatos tan enclenques? Meh, no lo entiendo. Esmirriados como este, o como Datsue-san, no podrían ni quitarle un caramelo a un niño.
Sea como fuese, la conversación que ella y Mogura mantenían se vio pronto interrumpida por la voz aguda y característica de Takeshi. El más alto de los hermanos traía, en perfecta arquitectura, tres tazones humeantes de ramen. Anzu no espero un segundo más de lo necesario para sentarse en uno de los taburetes de madera y empezar a degustar su manjar. Comía haciendo gala de pocos modales, de forma atropellada y ávida, como una bestia hambrienta. Sólo de vez en cuando se detenía para beber un sorbo de un vaso que Takeshi había puesto frente a ella.
—Por otro lado debo decir que me gusta mucho este lugar el clima es muy agradable, un día sin lluvia no es algo que puedas disfrutar en Amegakure... ¿Sabías que si no llueve es considerado señal de mala... suerte.
—¡Ya te digo, socio! El clima en la Tormenta es lo peor. Y agárrate, porque ahora vienen curvas: Takigakure es incluso mejor que este sitio. Hace Sol casi todos los días del año, ni demasiado frío, ni demasiado calor, y la brisa matutina refresca los bosques de bambúes y otros árboles. Te lo digo de verdad, ¡no sabes la suerte que he tenido de acabar allí!
Mientras los chicos conversaban, en la plaza empezaba a formarse un tumulto considerable. La gente se amontonaba alrededor de la tarima de recitaje, donde ya se veía a los participantes de la primera ronda formando una fila, pacientes unos, nerviosos otros, esperando que el certamen diese comienzo.
Espero que al menos escuchemos algunos versos cachondos, como los que me enseñó Datsue-san... Ah, ¿cómo decían...?
Sea como fuese, la conversación que ella y Mogura mantenían se vio pronto interrumpida por la voz aguda y característica de Takeshi. El más alto de los hermanos traía, en perfecta arquitectura, tres tazones humeantes de ramen. Anzu no espero un segundo más de lo necesario para sentarse en uno de los taburetes de madera y empezar a degustar su manjar. Comía haciendo gala de pocos modales, de forma atropellada y ávida, como una bestia hambrienta. Sólo de vez en cuando se detenía para beber un sorbo de un vaso que Takeshi había puesto frente a ella.
—Por otro lado debo decir que me gusta mucho este lugar el clima es muy agradable, un día sin lluvia no es algo que puedas disfrutar en Amegakure... ¿Sabías que si no llueve es considerado señal de mala... suerte.
—¡Ya te digo, socio! El clima en la Tormenta es lo peor. Y agárrate, porque ahora vienen curvas: Takigakure es incluso mejor que este sitio. Hace Sol casi todos los días del año, ni demasiado frío, ni demasiado calor, y la brisa matutina refresca los bosques de bambúes y otros árboles. Te lo digo de verdad, ¡no sabes la suerte que he tenido de acabar allí!
Mientras los chicos conversaban, en la plaza empezaba a formarse un tumulto considerable. La gente se amontonaba alrededor de la tarima de recitaje, donde ya se veía a los participantes de la primera ronda formando una fila, pacientes unos, nerviosos otros, esperando que el certamen diese comienzo.
Espero que al menos escuchemos algunos versos cachondos, como los que me enseñó Datsue-san... Ah, ¿cómo decían...?